Volvemos a la rutina pero con sabor a mar

Se acabaron los atardeceres eternos, las siestas sin culpa y los brindis que empezaban a mediodía. En Septiembre volvemos a la rutina pero con sabor a mar, sí… y que nadie diga que eso es sinónimo de aburrimiento. En Lobito de Mar Madrid, la vuelta es mucho más llevadera: sabe a mar, huele a brasa y se acompaña con buena compañía.

Porque si hay algo mejor que unas vacaciones, es la sensación de seguir saboreándolas sin tener que pedir días libres.

El Mediterráneo sigue en tu mesa

No hace falta huir de Madrid para sentir que el verano no se ha ido del todo. Basta con dejarse caer por Lobito y dejar que la carta haga lo suyo. Esa ensaladilla rusa de anguila ahumada, cremosa y delicada, que despierta los sentidos como el primer café de la mañana. O las chirlas salteadas con manzanilla, que huelen a sur y a casa.

Aquí, la rutina se rompe con cada arroz. El de marisco y pescado es una de esas recetas que te obligan a hacer una pausa. A bajar el ritmo. A cerrar el portátil antes de tiempo. Porque hay cosas que solo se disfrutan si te tomas tu tiempo, como ese fondo que sabe a fuego lento y a mar en calma.

Comer bien es el mejor plan de vuelta

El regreso a la oficina, al tráfico y a los días más cortos puede pesar. Pero en Lobito de Mar, la solución está clara: platos con alma marina, un ambiente que invita a quedarse y un equipo que cocina como quien quiere hacerte el día más fácil.

Y sí, el carpaccio de chuletón de atún con huevos al ajillo sigue estando ahí. Listo para reconectar con ese placer sencillo de comer algo que te hace feliz. Como un ancla que te recuerda que, aunque vuelvas al ritmo de siempre, aún puedes regalarte momentos que sepan a escapada.

Septiembre también puede ser tu mejor mes

Porque no todo tiene que volver al orden. También puedes improvisar. Reservar un martes como si fuera sábado. Comer entre semana como si estuvieras aún en la costa. Dejar que el mar entre en tu plato y te devuelva las ganas.En Lobito de Mar Madrid, septiembre no es el fin del verano. Es una nueva oportunidad para empezar con sabor. Para volver, pero volver bien. Con mar en el plato, vino en la copa y la promesa de que la rutina puede esperar… al menos hasta que se acabe el postre.

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