Aunque se pasen el día salvando el mundo, hasta los superhéroes necesitan un buen almuerzo. Y si tuvieran un día libre en Madrid, Marbella o Tarifa, no irían a la Torre Stark. Irían a comer. Porque entre universos paralelos y batallas galácticas, hay una verdad inquebrantable: nada supera a una buena comida en Grupo Dani García.

Imagina la escena. Tony Stark aparcando su coche frente a BiBo Madrid con el mismo estilo con el que aterriza en Mónaco. Thor llegando con su martillo a Leña como si fuera parte de la decoración. Y Lobezno… bueno, él no reservaría. Simplemente entraría y pediría lo suyo.

BiBo Madrid: sabores para trotamundos (y genios multimillonarios)

Qué pediría Iron Man en BiBo Madrid
 Tony Stark lo tiene claro: elige BiBo por su ambiente internacional, su vibra chic y esa carta que es un viaje sin despegar del asiento. Se decantaría por un brioche de rabo de toro con salsa Bull, un guacamole preparado al momento —porque la perfección no espera— y lo acompañaría con champán, claro. No por presumir. Bueno… tal vez sí.

Y Peter Parker, si cuela con su carné de estudiante, también pediría BiBo Tarifa.
 Es joven, curioso y con hambre perpetua. Lo suyo sería un tartar de atún de Barbate, una tapa japonesa «porque suena a ciencia» y una Coca bien fría para brindar con MJ por sobrevivir otro semestre.

Leña Marbella: donde los héroes rugen

Thor en Leña Marbella
 No necesita menú. Solo una mesa al lado del fuego. En Leña, el dios del trueno encuentra su lugar. Un chuletón digno del Valhalla, costillas que se deshacen con la mirada y brasas que chispean como el mismísimo Mjölnir. De beber, hidromiel. O algo que se le parezca.

Lobezno, por supuesto, elige Leña Madrid
 Silencioso, intenso y con cero tolerancia a platos tibios. Él pediría el steak tartar con un toque salvaje, y quizás unas croquetas… si está de buen humor. No comparte. Ni comida ni mesa.

Tragabuches Marbella: tradición con traje de gala

Black Panther se siente en casa en Tragabuches
 Elegante, con valores profundos y un respeto absoluto por lo auténtico. T’Challa encontraría en Tragabuches la armonía perfecta: cocina de raíz, ingredientes con historia y un gazpacho frío que le recuerda que el lujo está en lo simple. ¿Su plato estrella? Un guiso servido en cazuela, de esos que huelen a verdad.

Lobito de Mar: un festín para viajeros estelares

Doctor Strange en Lobito de Mar Madrid
 Es misterioso, calculador y con gustos refinados. Aquí no hay capas, pero sí ceviches que rozan la magia, chirlas al vino manzanilla y un arroz seco de marisco que abre portales sensoriales. Pediría una copa de vino blanco y se quedaría observando el plato como si leyera su destino.

Capitana Marvel aterriza en Lobito de Mar Marbella
 Y no pide poco. Ostras, baby burger de atún, arroz al sarmiento… y tarta de queso para cerrar la misión con gloria. Poderosa, sí. Pero también con debilidad por el buen producto y la sobremesa sin prisas.

¿Y tú, qué pedirías?

Puede que no tengamos un escudo como el de Capitán América ni poderes como Wanda, pero sí algo igual de importante: el gusto por comer bien. En Grupo Dani García, cada restaurante es una experiencia distinta, como un universo propio dentro del multiverso del sabor.

Qué pedirían los superhéroes en Grupo Dani García no es solo una fantasía. Es una excusa perfecta para mirar la carta con otros ojos, para elegir platos como quien elige su próxima misión. Porque aquí no se salva el mundo. Se saborea.

Y si aún no lo tienes claro, piensa como un vengador: elige restaurante, haz tu reserva y únete a la liga más deliciosa del planeta.

En el corazón vibrante de Los Ángeles, dos mundos culinarios se encuentran bajo un mismo techo. Casa Dani, del chef andaluz con tres estrellas Michelin Dani García, y Katsuya Century City, del maestro del sushi Katsuya Uechi, abren sus puertas en el icónico Westfield Century City para ofrecer una experiencia gastronómica que combina lo mejor del Mediterráneo y de Japón con una puesta en escena de primer nivel.

Un nuevo destino gastronómico de referencia

Ubicados uno junto al otro, Casa Dani y Katsuya han sido concebidos como un auténtico epicentro culinario. Tres bares espectaculares, un jardín cervecero al aire libre, un atrio de bienvenida y una terraza con vistas a Beverly Hills y Hollywood se integran en un espacio diseñado por el aclamado David Rockwell. Con 1.500 m² y capacidad para 400 comensales, el diseño respira elegancia contemporánea y celebra la hospitalidad como un arte.

Casa Dani: Andalucía en el corazón de California

“Casa Dani” significa “la casa de Dani” y es, literalmente, una invitación a descubrir la cocina mediterránea moderna del chef Dani García, inspirada en sus raíces andaluzas y reconocida mundialmente. La carta viaja desde el sur de España hasta otras costas mediterráneas, con platos como sus icónicas croquetas de jamón ibérico, carpaccio de pulpo, paellas de marisco o verduras, y cortes de pescado y carne preparados con técnica impecable.
Para el almuerzo, Casa Dani propone un menú prix fixe de tres pasos por 39 USD, con opciones como empanadas de chorizo y ají, la famosa “Burger That Made It All Make Sense” de wagyu, y postres que van desde la piña asada con yogur de maracuyá hasta creaciones más golosas.

Katsuya Century City: la reinvención de un clásico

Tras casi dos décadas marcando tendencia, Katsuya Century City presenta nueva imagen y menú. El maestro Katsuya Uechi fusiona técnicas japonesas tradicionales con el sabor fresco de California, manteniendo sus imprescindibles —como el Spicy Tuna Crispy Rice o el Miso Cod— e incorporando novedades como el toro tartar, el king crab motoyaki o el A5 wagyu tataki.
Su “Power Lunch” ofrece menús especiales entre 32 y 45 USD, pensados para quienes buscan calidad y agilidad sin renunciar a la excelencia.

Dos conceptos, una experiencia

Con personalidades muy distintas pero unidas por el mismo compromiso con la calidad, Casa Dani y Katsuya están llamados a convertirse en un referente gastronómico en Los Ángeles. Un lugar donde empresarios, foodies y viajeros podrán disfrutar de una cocina de autor en un entorno espectacular.

Casa Dani y Katsuya Century City abren todos los días de 11:30 a 15:00 para almuerzos y de 16:30 a 22:00 para cenas.

Marbella no se visita. Se vive. Se saborea. Desde que amanece hasta que cae el sol, tiene ese magnetismo andaluz que mezcla lujo, autenticidad y alegría sin esfuerzo. Aquí, cada plan puede ser una postal. Y si solo tienes un día, lo ideal es vivirlo sin prisas y con mucho apetito. Porque un día perfecto en Marbella empieza con mar, sigue con sol, y se termina como debe ser con un buen festín, o varios.

Paseo entre buganvillas y café con calma

Empieza la mañana en el casco antiguo, donde las fachadas blancas y los balcones floridos te saludan en cada esquina. Aquí, el desayuno no es un trámite: es una pausa deliciosa. Café con leche, pan artesanal con aceite andaluz y tomate del bueno. Nada como eso para entender que en Marbella la vida se vive despacio.

Playa, paseo marítimo o mercadillo

Puedes seguir hacia el mar, dar un paseo por la arena o descubrir algún mercadillo escondido entre urbanizaciones con encanto. Marbella tiene alma costera, pero también rural, chic y mediterránea a partes iguales. Cada calle es una invitación a improvisar.

Comida con sabor a sur en Tragabuches Marbella

La hora del almuerzo merece una mesa que hable andaluz. Y no hay mejor opción que Tragabuches, un homenaje a la cocina tradicional del sur, con productos de kilómetro cero y recetas con alma.

Aquí todo empieza con un sofrito. Con aceite de oliva que sabe a sol. Con platos que te recuerdan a casa aunque no seas de aquí. Prueba su ensaladilla rusa, su menú del día, o un guiso que parece hecho por una abuela con estrella Michelin. Andalucía se saborea en cada plato, y Tragabuches lo confirma con elegancia y fondo.

Siesta, piscina o paseo entre boutiques

Después de comer así, el cuerpo pide calma. Puedes darte un chapuzón, tumbarte al sol, o explorar las tiendas del centro o Puerto Banús. Lo importante es que lo hagas con la tranquilidad que solo llega después de un buen almuerzo y una copa de vino.

Tardeo marino en Lobito de Mar

A medida que baja el sol, el plan perfecto está en Lobito de Mar, ese restaurante que interpreta el espíritu del chiringuito clásico, pero lo eleva a otro nivel. Aquí el mar no se impone, se insinúa. Y se sirve en forma de ensaladas frescas, mariscos del día, boquerones con carácter y arroces que huelen a vacaciones.

Es el sitio ideal para un «tardeo» con acento salino: un vino blanco bien frío, una ración para compartir y ese murmullo de gente feliz que solo se escucha donde se come bien.

Cena entre brasas en Leña

Y cuando crees que el día no puede ir a más, llega Leña. El templo de la brasa. El fuego como técnica, como emoción, como espectáculo. Aquí, la carne madurada se trata como oro. Las verduras tienen carácter. Y cada plato es un equilibrio entre fuerza y elegancia.El fuego es el secreto en Leña, pero también lo es el ritmo del servicio, la estética del local, la sensación de estar donde todos quieren estar. El lugar perfecto para cerrar el día con un brindis, una sobremesa larga y la promesa silenciosa de volver.

Un mediodía con más sabor

Hay días que merecen más. Más sabor, más calma, más belleza. Días que, en mitad del bullicio de la ciudad, piden una pausa con estilo. Una mesa bien puesta, una copa fría, y un menú que te recuerde por qué comer puede ser el mejor momento del día. Para eso está el menú almuerzo de Leña Barcelona.

Comer sin prisa, con estilo

No hay que esperar a una cena especial para vivir una experiencia gastronómica que lo tenga todo. Basta con cruzar las puertas del Grand Hyatt de Barcelona y dejarse llevar por el restaurante más bonito de la ciudad. Sí, lo dicen muchos y con razón: Leña es espectacular. Y en el centro de todo, el fuego. Ese que da nombre al restaurante, y también al alma de cada plato.

Porque aquí no se trata solo de comer. Se trata de disfrutar sin prisa. De sentarte a la mesa y sentir que el tiempo juega a tu favor. Y eso es justo lo que propone el menú almuerzo de Leña Barcelona: un paréntesis perfecto entre reuniones, llamadas y listas de tareas.

Una carta breve, pensada para disfrutar

Cada mediodía, de lunes a viernes, Leña despliega una propuesta pensada para paladares que saben lo que quieren. Primero, un entrante frío: puede ser su burrata ahumada, delicada y sedosa, o su famosa ensalada César, con ese toque crujiente que engancha desde el primer bocado. Luego, algo caliente: unas croquetas de butifarra de perol que huelen a cocina de verdad, o el dúo de yakis —alita y meatball— que mezcla lo castizo con un guiño viajero.

Como plato principal, hay donde elegir. Desde la picaña madurada al Josper con verduras y romesco (un clásico con carácter) hasta una lubina que se deja querer tras tres días de maduración. Si eres de los que no perdonan la carne, la Burger Bull no falla. Y si lo tuyo es el mar, el salmón con piquillos y tapenade es una apuesta segura.

¿Y de postre?

¿Postre? Si eliges la opción completa por 40€ prepárate para decidir entre una tarta de chocolate intensa, un tiradito de piña asada que equilibra dulzor y frescura, o ese flan que soñó con ser tocino de cielo. ¿Y sabes qué? Casi lo consigue.

Por 34€, puedes disfrutar de dos entrantes y un principal. Por solo 6€ más, se suma el broche dulce. No incluye bebida, pero sí incluye algo más importante: el gusto de saberse bien tratado. Porque eso es lo que pasa cuando eliges el menú almuerzo de Leña Barcelona: que te sientes donde te sientes, el momento te pertenece.

Una rutina que apetece

El verano puede ser largo. Las semanas, densas. Pero cuando sabes que al otro lado del e-mail te espera un almuerzo así, todo cambia. Y con septiembre a la vuelta de la esquina, no hay mejor forma de anticiparse a la rutina que con un plan como este.

Ya lo sabes: si buscas comer bien sin prisa, con estilo y sabor, el plan está servido.

Hay sabores que no necesitan presentación. Basta con probarlos una vez para que se queden en la memoria. Y si hay una tierra donde el sabor es identidad, esa es Andalucía. Su aceite, su atún, sus tomates, sus vinos… no son solo ingredientes: son cultura, son raíz, son el alma de una cocina que no entiende de prisas ni de artificios. Y en los restaurantes de Grupo Dani García, esa alma se sirve a diario, plato a plato, rincón a rincón. Andalucía se saborea en cada plato, y esa es la promesa que conecta todos los espacios del grupo: desde la brasa elegante de Leña hasta la frescura salina de Lobito de Mar, pasando por la fusión viajera de BiBo y la tradición con acento del sur de Tragabuches.

El oro líquido que todo lo transforma

Empecemos por lo más esencial: el aceite de oliva virgen extra. En Grupo Dani García se utiliza como se usa el cariño en la cocina de una madre: en todo. Procedente de almazaras andaluzas seleccionadas, este AOVE no solo cocina, también adereza, termina platos, perfuma sopas frías y potencia sabores.

Una tostada con tomate en Tragabuches, una ensaladilla en Lobito de Mar o un tartar en BiBo… todos se elevan cuando el aceite es el correcto. No se trata de cantidad, sino de carácter. Y el de Andalucía tiene mucho.

Atún rojo: el embajador del mar andaluz

El atún rojo es otra de esas joyas que se sirven con orgullo. En BiBo se presenta en tartares atrevidos y brioche juguetones. En Lobito de Mar, se respeta su esencia: carpaccios finos, burgers delicadas, lomos perfectos. Siempre tratado con respeto, siempre protagonista. Porque cuando un producto es así de noble, solo hay que saber cuándo parar.

Y ese es el secreto andaluz: no disfrazar lo que ya es bello.

Tomates con historia, pan con oficio

El tomate de la huerta andaluza, carnoso, dulce, ligeramente ácido, es uno de esos ingredientes que, con solo sal y aceite, ya lo dicen todo. En Tragabuches, por ejemplo, se convierte en gazpacho, salmorejo o ensalada con ventresca. Pero sobre todo, en recuerdo. A infancia, a campo, a verano eterno.

Y qué decir del pan andaluz. Artesano, crujiente, con miga que invita a mojar. Ese que no se deja a un lado del plato, sino que se convierte en parte del ritual. En Leña, acompaña carnes. En Lobito, recoge salsas marinas. En Tragabuches, se moja en el fondo de un guiso.

Quesos, chacinas y dulces con acento

El queso payoyo, la caña de lomo ibérica, el jamón de bellota… productos que hablan con acento del sur y que abren el apetito solo con nombrarlos. Se sirven con mimo, con cortes precisos y sin añadir más que una buena copa para acompañar.

Y para cerrar, los dulces. Desde una tarta de queso cremosa hasta un helado de aceite de oliva o un tocino de cielo con cítricos. Porque Andalucía también se expresa en el postre. Con tradición, con azúcar, y con ese punto justo que te hace decir: “un poco más, por favor”.

La tierra como bandera

En los restaurantes del Grupo Dani García, no se habla de km 0 como una moda. Se vive como una declaración de principios. Los productos andaluces no solo están presentes: son el centro. Porque no hay vanguardia sin raíz. Y no hay cocina con alma sin respeto al origen. Andalucía se saborea en cada plato, y ese sabor no es solo una cuestión de gusto. Es emoción, es historia, es pertenencia. Y en cada bocado, el sur se vuelve universal.

Hay algo primitivo y elegante en ver cómo el fuego transforma la carne. En cómo el calor lento, directo y preciso convierte un corte noble en una obra de arte comestible. En Leña, esa magia ocurre cada día. Frente a los ojos. Bajo el humo. Con olor a brasas y sabor a decisión. Porque aquí no se cocina: se enciende un ritual. A medida que el verano cede paso al otoño, cuando las noches se hacen más largas y el cuerpo pide platos con más fondo, el fuego es el secreto en Leña. Un restaurante donde cada ingrediente tiene un propósito, y el producto es el auténtico protagonista.

Carne madurada: tiempo, paciencia y perfección

Hablar de Leña sin mencionar su carne madurada sería como hablar de flamenco sin compás. Aquí, los cortes se eligen como quien selecciona joyas: con criterio, respeto y obsesión por la calidad. Chuletón de vaca vieja, entrecôte, solomillo… Pero no cualquiera. Solo el que ha sido tratado con el tiempo que necesita.

El proceso de maduración realza la ternura, potencia el sabor y le da a cada bocado una profundidad difícil de olvidar. Esa es la clave: el fuego es el secreto en Leña, pero el producto lo es aún más.

La brasa, como estilo de vida

En Leña, la parrilla no es una herramienta. Es una filosofía. Cada carbón se coloca con intención. Cada vuelta de la carne está pensada. Cada corte, cada punto, cada aroma, busca una sola cosa: que el producto hable. Que la carne cuente de dónde viene. Y que el comensal cierre los ojos al primer mordisco.

Pero no todo es carne. Las verduras asadas aquí también tienen carácter. La cebolla caramelizada lentamente en las brasas. El pimiento quemado con ese dulzor ahumado. El maíz, el ajo negro, los hongos de temporada… ingredientes sencillos, pero tratados con respeto absoluto.

Otoño: estación de brasas y vino tinto

Cuando los días se acortan y el aire cambia, el cuerpo agradece platos que reconforten. Que llenen, sí, pero sobre todo que abracen. En Leña, el otoño se sirve caliente. Con platos nuevos que aprovechan la temporada, como las setas recién llegadas del campo, el foie que se funde al calor o los cortes de caza que empiezan a asomar en carta.

Y para acompañar, claro, un vino tinto que equilibre el poder de las brasas. Elegido con la misma atención con la que se selecciona cada pieza de carne. Porque en Leña, todo tiene una razón. Todo sigue un ritmo.

La experiencia del fuego, sin disfraces

La cocina de brasas no necesita ornamentos. Solo fuego, producto y alma. Y eso es justo lo que se encuentra en Leña. Una experiencia que no pretende impresionar con técnicas rebuscadas, sino con algo más difícil: honestidad, sabor y memoria.

Porque el verdadero lujo está en lo esencial. En una chuleta servida al punto perfecto. En un hueso con tuétano caliente. En una hamburguesa con pan de masa madre y carne picada al momento. Y en esa sensación, casi instintiva, de estar comiendo algo que te conecta con algo más antiguo que tú: el fuego.