El verano va llegando a su fin, pero en Lobito de Mar Madrid, el sabor sigue navegando con viento a favor. Porque hay fechas que no necesitan fuegos artificiales para ser especiales. Y el 7 de septiembre es una de ellas: Lobito de Mar cumple seis años llevando el Mediterráneo directo a la mesa, sin filtros ni artificios. Seis años donde el mar, el arroz y la buena vida han sido los ingredientes de una historia que sabe a celebración.

Una travesía que empezó con sabor a sal

Todo comenzó en 2019, cuando el espíritu de chiringuito fino y barra marina aterrizó en Madrid con una promesa clara: ofrecer lo mejor del mar en pleno corazón de la capital. Desde entonces, cada plato ha sido un recuerdo. Un verano que no se va. Un trocito de costa que se cuela entre las calles madrileñas y hace que, por un momento, el asfalto huela a salitre y la sobremesa se alargue como si estuviéramos en vacaciones.

El alma de Lobito no está solo en su cocina, sino en esa manera tan suya de hacer que el mar se sienta cerca. De lunes a domingo, cada servicio es una oportunidad para escaparse sin hacer la maleta. Y por eso, cuando cumple años, no hace falta una gran fiesta: basta con sentarse en su mesa para entender por qué tantos vuelven, una y otra vez, a por más.

El carpaccio que nos conquistó

Hay platos que no necesitan presentación. En Lobito de Mar, el carpaccio de chuletón de atún con huevos fritos al ajillo es uno de ellos. Desde el primer día, este plato ha sido un icono. Una declaración de intenciones. Porque aquí, la cocina no solo alimenta: provoca. Sorprende. Y, sobre todo, emociona.

Es ese tipo de bocado que te obliga a parar. Que te hace cerrar los ojos por un segundo para saborearlo del todo. Un carpaccio que resume lo que es Lobito: un lugar donde lo clásico se encuentra con lo inesperado, y donde cada receta es una pequeña aventura.

Una celebración que se vive en cada mesa

Aunque no haya velas ni brindis oficiales, el aniversario de Lobito de Mar Madrid se celebra en cada servicio, en cada arroz bien hecho, en cada copa que acompaña una comida entre amigos. Porque cumplir años no es solo mirar atrás, sino seguir cocinando el presente con las mismas ganas del primer día.

Seis años después, la esencia sigue intacta. El producto sigue siendo el protagonista. El ambiente, relajado pero con clase. Y el equipo, con esa chispa que hace que cada visita se sienta como volver a un lugar conocido, donde siempre hay algo nuevo por descubrir.Porque sí: seis años saboreando el mar en Lobito de Mar no es solo un aniversario. Es una invitación a seguir celebrando los pequeños placeres, los momentos compartidos y las sobremesas sin reloj.

Hay sabores que no entienden de estaciones. Que se te quedan pegados al paladar como la sal a la piel tras un baño en el mar. Y aunque el calendario marque septiembre, en Lobito de Mar Madrid, el verano no acaba. Se queda servido en cada plato, en cada arroz, en cada copa que se alza como si la sobremesa fuera eterna.

Porque hay formas de alargar las vacaciones sin salir de la ciudad. Y la más sabrosa empieza al sentarse a la mesa, pedir sin prisas y dejar que el Mediterráneo haga lo suyo.

El mar en la capital, sin billete de ida

Madrid tiene su propio refugio costero. Y no, no hace falta GPS para llegar. Lobito de Mar lo ha hecho posible desde 2019: traer el sur, el salitre y la brisa en formato bocado. Aquí, cada servicio es una escapada breve, pero intensa. No hay playa, pero sí ceviche. No hay sombrilla, pero sí copas largas, risas lentas y platos que huelen a chiringuito elegante.

Porque un verano que no se va empieza en la barra y termina en el arroz seco de marisco con ese fondo que lo dice todo sin palabras. O en el carpaccio de atún con huevos fritos al ajillo, ese plato que ya es tradición, deseo y costumbre. Uno de esos que despierta el apetito… y algún recuerdo.

Sabor a vacaciones, aunque sea lunes

No hace falta estar de viaje para sentirse lejos del ruido. En Lobito, el mood cambia al primer bocado. Quizá sea la ensaladilla de anguila ahumada que desarma hasta el alma más seria. O las chirlas salteadas con manzanilla que te hacen cerrar los ojos, solo por el placer de saborearlas en silencio.

Los almuerzos de entre semana se visten de arroz al sarmiento, de lubina con piel crujiente o de burger de atún con canónigos que entra como una caricia. Y el postre… bueno, la tarta de queso fresco no necesita defensa. Solo ganas.

Porque sí, el verano que no se va en Lobito de Mar es también ese en el que el tiempo no apremia. Donde nadie mira el reloj. Y donde, por un rato, uno se olvida de la rutina y vuelve a ese momento de playa, de sobremesa sin fin, de copa al sol.

Que septiembre te pille con hambre

Mientras algunos guardan la sombrilla, aquí seguimos sirviendo vacaciones a la carta. Porque el mar no se va, ni el buen sabor tampoco. Y en Lobito, septiembre es solo una excusa para seguir celebrando lo que nos gusta: comer rico, compartir sin prisa y brindar por los días largos… aunque ya anochezca un poco antes.

Así que si este mes se te hace cuesta arriba, ya sabes dónde refugiarte. En Lobito de Mar Madrid, el verano no se va: se come.

Aunque se pasen el día salvando el mundo, hasta los superhéroes necesitan un buen almuerzo. Y si tuvieran un día libre en Madrid, Marbella o Tarifa, no irían a la Torre Stark. Irían a comer. Porque entre universos paralelos y batallas galácticas, hay una verdad inquebrantable: nada supera a una buena comida en Grupo Dani García.

Imagina la escena. Tony Stark aparcando su coche frente a BiBo Madrid con el mismo estilo con el que aterriza en Mónaco. Thor llegando con su martillo a Leña como si fuera parte de la decoración. Y Lobezno… bueno, él no reservaría. Simplemente entraría y pediría lo suyo.

BiBo Madrid: sabores para trotamundos (y genios multimillonarios)

Qué pediría Iron Man en BiBo Madrid
 Tony Stark lo tiene claro: elige BiBo por su ambiente internacional, su vibra chic y esa carta que es un viaje sin despegar del asiento. Se decantaría por un brioche de rabo de toro con salsa Bull, un guacamole preparado al momento —porque la perfección no espera— y lo acompañaría con champán, claro. No por presumir. Bueno… tal vez sí.

Y Peter Parker, si cuela con su carné de estudiante, también pediría BiBo Tarifa.
 Es joven, curioso y con hambre perpetua. Lo suyo sería un tartar de atún de Barbate, una tapa japonesa «porque suena a ciencia» y una Coca bien fría para brindar con MJ por sobrevivir otro semestre.

Leña Marbella: donde los héroes rugen

Thor en Leña Marbella
 No necesita menú. Solo una mesa al lado del fuego. En Leña, el dios del trueno encuentra su lugar. Un chuletón digno del Valhalla, costillas que se deshacen con la mirada y brasas que chispean como el mismísimo Mjölnir. De beber, hidromiel. O algo que se le parezca.

Lobezno, por supuesto, elige Leña Madrid
 Silencioso, intenso y con cero tolerancia a platos tibios. Él pediría el steak tartar con un toque salvaje, y quizás unas croquetas… si está de buen humor. No comparte. Ni comida ni mesa.

Tragabuches Marbella: tradición con traje de gala

Black Panther se siente en casa en Tragabuches
 Elegante, con valores profundos y un respeto absoluto por lo auténtico. T’Challa encontraría en Tragabuches la armonía perfecta: cocina de raíz, ingredientes con historia y un gazpacho frío que le recuerda que el lujo está en lo simple. ¿Su plato estrella? Un guiso servido en cazuela, de esos que huelen a verdad.

Lobito de Mar: un festín para viajeros estelares

Doctor Strange en Lobito de Mar Madrid
 Es misterioso, calculador y con gustos refinados. Aquí no hay capas, pero sí ceviches que rozan la magia, chirlas al vino manzanilla y un arroz seco de marisco que abre portales sensoriales. Pediría una copa de vino blanco y se quedaría observando el plato como si leyera su destino.

Capitana Marvel aterriza en Lobito de Mar Marbella
 Y no pide poco. Ostras, baby burger de atún, arroz al sarmiento… y tarta de queso para cerrar la misión con gloria. Poderosa, sí. Pero también con debilidad por el buen producto y la sobremesa sin prisas.

¿Y tú, qué pedirías?

Puede que no tengamos un escudo como el de Capitán América ni poderes como Wanda, pero sí algo igual de importante: el gusto por comer bien. En Grupo Dani García, cada restaurante es una experiencia distinta, como un universo propio dentro del multiverso del sabor.

Qué pedirían los superhéroes en Grupo Dani García no es solo una fantasía. Es una excusa perfecta para mirar la carta con otros ojos, para elegir platos como quien elige su próxima misión. Porque aquí no se salva el mundo. Se saborea.

Y si aún no lo tienes claro, piensa como un vengador: elige restaurante, haz tu reserva y únete a la liga más deliciosa del planeta.

Marbella no se visita. Se vive. Se saborea. Desde que amanece hasta que cae el sol, tiene ese magnetismo andaluz que mezcla lujo, autenticidad y alegría sin esfuerzo. Aquí, cada plan puede ser una postal. Y si solo tienes un día, lo ideal es vivirlo sin prisas y con mucho apetito. Porque un día perfecto en Marbella empieza con mar, sigue con sol, y se termina como debe ser con un buen festín, o varios.

Paseo entre buganvillas y café con calma

Empieza la mañana en el casco antiguo, donde las fachadas blancas y los balcones floridos te saludan en cada esquina. Aquí, el desayuno no es un trámite: es una pausa deliciosa. Café con leche, pan artesanal con aceite andaluz y tomate del bueno. Nada como eso para entender que en Marbella la vida se vive despacio.

Playa, paseo marítimo o mercadillo

Puedes seguir hacia el mar, dar un paseo por la arena o descubrir algún mercadillo escondido entre urbanizaciones con encanto. Marbella tiene alma costera, pero también rural, chic y mediterránea a partes iguales. Cada calle es una invitación a improvisar.

Comida con sabor a sur en Tragabuches Marbella

La hora del almuerzo merece una mesa que hable andaluz. Y no hay mejor opción que Tragabuches, un homenaje a la cocina tradicional del sur, con productos de kilómetro cero y recetas con alma.

Aquí todo empieza con un sofrito. Con aceite de oliva que sabe a sol. Con platos que te recuerdan a casa aunque no seas de aquí. Prueba su ensaladilla rusa, su menú del día, o un guiso que parece hecho por una abuela con estrella Michelin. Andalucía se saborea en cada plato, y Tragabuches lo confirma con elegancia y fondo.

Siesta, piscina o paseo entre boutiques

Después de comer así, el cuerpo pide calma. Puedes darte un chapuzón, tumbarte al sol, o explorar las tiendas del centro o Puerto Banús. Lo importante es que lo hagas con la tranquilidad que solo llega después de un buen almuerzo y una copa de vino.

Tardeo marino en Lobito de Mar

A medida que baja el sol, el plan perfecto está en Lobito de Mar, ese restaurante que interpreta el espíritu del chiringuito clásico, pero lo eleva a otro nivel. Aquí el mar no se impone, se insinúa. Y se sirve en forma de ensaladas frescas, mariscos del día, boquerones con carácter y arroces que huelen a vacaciones.

Es el sitio ideal para un «tardeo» con acento salino: un vino blanco bien frío, una ración para compartir y ese murmullo de gente feliz que solo se escucha donde se come bien.

Cena entre brasas en Leña

Y cuando crees que el día no puede ir a más, llega Leña. El templo de la brasa. El fuego como técnica, como emoción, como espectáculo. Aquí, la carne madurada se trata como oro. Las verduras tienen carácter. Y cada plato es un equilibrio entre fuerza y elegancia.El fuego es el secreto en Leña, pero también lo es el ritmo del servicio, la estética del local, la sensación de estar donde todos quieren estar. El lugar perfecto para cerrar el día con un brindis, una sobremesa larga y la promesa silenciosa de volver.

Si eres de los que revisan su horóscopo antes de salir de casa o te sabes de memoria tu carta astral, este artículo es para ti. Porque no es lo mismo ser un Leo con hambre que un Cáncer en busca de confort food. Y si hay algo que Dani García sabe hacer bien (además de cocinar como los ángeles), es tener un restaurante para cada gusto, cada momento… y sí, también para cada signo.

¿Quieres saber cuál de los restaurantes del universo Dani García —Leña, Bibo, Tragabuches o Lobito de Mar— es tu match gastronómico ideal? Sigue leyendo, porque el zodiaco tiene algo que decirte.

Acuario (20 de enero – 18 de febrero)

Creativos, distintos y con alma libre, los Acuario necesitan algo fresco, ligero y fuera de lo común. Lobito de Mar tiene esa esencia del sur, del mar y de la libertad. Tapas marineras, cocina costera y una carta que cambia según lo que trae la marea. ¡Perfecto para espíritus libres!

Piscis (19 de febrero – 20 de marzo)

Sensibles, románticos y amantes del agua, los Piscis van a encontrar su refugio en Lobito de Mar. Aquí todo fluye: el ambiente, la carta, los sabores del mar. Es el sitio ideal para dejarse llevar, soñar un poco y saborear la vida sin prisas.

Aries (21 de marzo – 19 de abril)

Valientes, impulsivos y con un carácter de fuego, los Aries necesitan un restaurante con fuerza, personalidad y, por supuesto, brasas. Por eso, si eres Aries, Leña es tu sitio. El fuego, la intensidad de los sabores ahumados y la carne hecha al punto perfecto te conquistarán desde el primer bocado. Aquí no se viene a dudar: se viene a devorar.

Tauro (20 de abril – 20 de mayo)

Los Tauro son amantes del placer, del confort y de todo lo que tenga un toque de tradición con elegancia. Tragabucheses el restaurante de Dani García que rinde homenaje a las raíces, a los guisos de siempre y a los productos de temporada. Ideal para los que no tienen prisa y disfrutan cada cucharada como si fuera la última.

Géminis (21 de mayo – 20 de junio)

Géminis es el signo más curioso y divertido del zodiaco. Nunca paran quietos, y eso también se nota en el paladar. Por eso, si eres Géminis, tu sitio es Bibo. Un viaje gastronómico sin escalas, lleno de sabores del mundo, platos para compartir y una atmósfera con mucho rollo. ¿Un ceviche por aquí? ¿Un brioche por allá? En Bibo, no tienes que elegir solo una cosa. ¡Como a ti te gusta!

Cáncer (21 de junio – 22 de julio)

Emotivos, familiares y amantes de los sabores que les recuerdan a casa, los Cáncer necesitan un restaurante que abrace. Tragabuches vuelve a aparecer porque, sinceramente, pocos sitios tienen esa combinación de tradición, mimo y calidez. Un arroz con navajas, un guiso como el de la abuela, y una copa de vino mirando el mar (si estás en Marbella) y ya tienes el plan perfecto.

Leo (23 de julio – 22 de agosto)

Los Leo necesitan brillar. Siempre. Son intensos, teatrales y les encanta lo mejor de lo mejor. Si eres Leo, no puedes dejar pasar la experiencia de ir a Leña. Desde su diseño espectacular hasta sus cortes premium, aquí todo está pensado para impresionar. Y tú, que amas ser el centro de atención, estarás en tu salsa.

Virgo (23 de agosto – 22 de septiembre)

Organizados, detallistas y amantes de lo natural, los Virgo buscan una experiencia donde el producto hable por sí solo. Lobito de Mar es el lugar ideal para ellos: mariscos fresquísimos, pescado del día y un ambiente relajado pero sofisticado. Sin artificios, pero con todo el sabor.

Libra (23 de septiembre – 22 de octubre)

Los Libra son sociables, coquetos y amantes de la estética. Necesitan un sitio bonito, con buena vibra, y platos que entren por los ojos. Bibo lo tiene todo: una decoración de revista, una carta variada y un ambiente que invita a la charla, al brindis y a la foto perfecta para Instagram.

Escorpio (23 de octubre – 21 de noviembre)

Misteriosos, intensos y apasionados, los Escorpio necesitan un restaurante con carácter, donde los sabores no pasen desapercibidos. Leña es perfecto para ellos, con su estética sofisticada, su cocina potente y su toque dark. Si eres Escorpio, aquí te vas a sentir como en casa.

Sagitario (22 de noviembre – 21 de diciembre)

Viajeros del zodiaco, los Sagitario buscan experiencias nuevas y emocionantes. Para ellos, Bibo es un parque de atracciones gastronómico: cocina de todos los rincones del mundo, un menú cambiante y un espíritu aventurero. Ideal para paladares sin miedo.

Capricornio (22 de diciembre – 19 de enero)

Clásicos, sobrios y amantes de la excelencia, los Capricornio sabrán valorar la propuesta de Tragabuches. Cocina con raíz, platos honestos y una puesta en escena que no necesita excesos. Aquí lo importante es la calidad, como a ellos les gusta.

Entonces, ¿a qué restaurante de Dani García deberías ir según tu signo del zodiaco? Ya tienes la respuesta estelar. Ahora solo falta que reserves y dejes que el destino (y el paladar) hagan el resto.

¿Y tú? ¿Estás de acuerdo con lo que dice tu signo? ✨

Hay cosas que saben a verano. Y luego está el arroz de Lobito de Mar. Si te preguntas dónde comer arroz en Marbella o en Madrid, este es el sitio. Aquí, el Mediterráneo se cuela en cada grano. En cada cazuela. En cada cucharada. Un arroz que habla del mar, del fuego y de esa cocina que se saborea en buena compañía, entre risas, bajo el sol o con copa en mano.

Porque hay arroces y arroces. Pero en Lobito de Mar, los hay que se quedan en la memoria. De esos que quieres volver a comer incluso antes de terminar el plato. Ya sea en Marbella, este es el templo para los que buscan algo más que arroz. Aquí empieza el viaje.

Arroces secos: sabor a brasas y verano

Hay algo muy especial en un arroz seco bien hecho. Ese momento en que el fondo se convierte en costra crujiente. Ese aroma que se mete por la nariz y no se olvida. En Lobito de Mar, los secos son una declaración de intenciones.

El de T-Bone de atún de Almadraba es puro atrevimiento. Un arroz que mezcla mar y brasas. Que juega con la potencia del atún y lo convierte en algo único. Luego está el clásico: el de pescado y marisco, un mar en miniatura. Con todo lo que nos gusta: sabor, textura y ese fondo que te hace cerrar los ojos.

Perfecto para comer arroz en Marbella después de una mañana de playa. O para sentarte en una terraza en Madrid y olvidarte del mundo.

Arroces al sarmiento: fuego, humo y personalidad

Hay arroces que no se olvidan. Y luego están los arroces al sarmiento de Lobito. Son arroces que se cocinan al humo de la vid. Que se impregnan de un aroma inconfundible. Que son intensos. Diferentes. Con alma.

El de pollo Coquelet es una versión refinada de lo tradicional. El de costilla ibérica y setas es un viaje a la montaña, con toque rústico. El de anguila ahumada, lardo y nori crujiente es pura fantasía: un arroz que podría ser japonés, pero que sabe a Andalucía. Y el más carnívoro de todos, el de chuleta de vaca, es rotundo, jugoso y perfecto para compartir.

En Madrid, en una comida con amigos. O en Marbella, después de un baño de sol. Comer arroz en Madrid o en la costa nunca había sido tan emocionante.

Arroces melosos: cucharadas de placer

Los arroces melosos son como un abrazo. Cremosos, profundos, elegantes. Cucharada a cucharada, te llevan a otro lugar. Y si tienen marisco, aún mejor.

El de langostinos de Sanlúcar con trompetas de la muerte combina lo mejor del sur y el bosque. Es pura armonía. El de gamba alistada de Huelva lleva las mismas setas negras, pero con más intensidad marina. Y el favorito de muchos: el de bogavante, un clásico con mayúsculas. Goloso, potente, inolvidable.

Perfectos para los que buscan algo más que arroz. Para quienes entienden el verano como una sucesión de platos compartidos. Para quienes saben que la vida se celebra a fuego lento.

Comer arroz en Marbella y Madrid, todo el año

No importa si es agosto o noviembre. Porque en Lobito de Mar, el arroz no entiende de estaciones. Sabe a mar en Marbella. Sabe a recuerdo en Madrid. Y, sobre todo, sabe a Dani García. A su forma de entender la cocina. A ese equilibrio entre lo tradicional y lo sorprendente.

Comer arroz en Marbella o Madrid es un plan que huele a brasas, que se sirve en cazuela y que empieza con una copa y acaba con una sonrisa.

¿Dónde vas a comer arroz este verano? En Lobito de Mar, claro.

Hay palabras que, juntas, son una garantía de felicidad mediterránea: Lobito de mar, Madrid, arroz. Y ahora, con el nuevo menú “A toda vela”, la promesa se cumple plato a plato. Una propuesta pensada para quienes disfrutan del mar en la mesa de lunes a viernes en horario de almuerzo, sin complicaciones pero con mucho sabor. En Lobito de Mar Madrid, A toda vela, sorprende con una selección de entrantes, principales y postre que combinan tradición, originalidad y mucho producto.

Un arranque por todo lo alto

Todo comienza con una ensaladilla rusa de anguila ahumada. Sí, ensaladilla. Pero no cualquiera. Cremosa, sabrosa, y con ese punto ahumado que lo cambia todo. No da tiempo ni a mirar a los lados: desaparece del plato antes de que alguien pueda pedir repetir. Le siguen unas croquetas mixtas, pequeñas bombas de sabor donde lo clásico y lo marino se dan la mano. Luego llegan las chirlas salteadas con vino manzanilla, ese tipo de plato que pide pan y silencio, con un olor que lo dice todo antes del primer bocado. Y para redondear la jugada, una baby burger de atún con canónigos. Pequeña, jugosa y con ese equilibrio que solo se consigue cuando alguien ha hecho muchas pruebas hasta dar con la combinación perfecta.

El momento decisivo

Aquí toca elegir. Y no es fácil. Hay cuatro principales que compiten por el protagonismo. Para los amantes del pescado, un lomo de lubina a la brasa que entra solo, con ese punto justo de cocción y la piel crujiente que suena al cortarla. Otra opción: carpaccio de chuletón de atún con huevos fritos al ajillo. Un plato sorprendente, con juego de texturas, aroma a ajo y ese punto rebelde que alegra cualquier día. Y por supuesto, lo que no puede faltar en una ecuación que incluya Lobito de mar, Madrid, arroz: el arroz seco de marisco y pescado. Con sabor intenso, grano suelto, y ese fondo que te hace cerrar los ojos al probarlo. Un cuarto principal que entra en escena: arroz al sarmiento de pollo coquelet. Con ese sabor ahumado que solo se consigue con brasas de verdad, y un pollo que se deshace, tierno y sabroso. La elección no es fácil, pero el resultado siempre es redondo.

Un final que sabe a gloria

Y como todo buen menú, el final está a la altura del resto. Una tarta de queso fresco que pone el broche perfecto sin empalagar. Ligera, cremosa y con ese punto lácteo que recuerda a la tarta de toda la vida, pero con el toque justo para querer volver solo por ella.

En Lobito de Mar Madrid, “A toda vela” es, en esencia, un menú pensado para disfrutar del mar en cada plato. Para quienes saben que las mejores comidas no necesitan mucha explicación, solo buenos productos, un entorno agradable y las manos de un equipo que entiende de cocina con alma. Si hay algo claro, es que con propuestas como esta, Lobito de mar, Madrid, arroz no es solo una frase bonita: es una invitación irresistible.

El carpaccio de chuletón de atún es una declaración de intenciones. En Lobito de Mar Marbella y Madrid, se convierte en una experiencia imprescindible. Lo que lo hace único es su origen: una pieza del lomo blanco del atún, concretamente entre las costillas 2, 3, 4 y 5. En esa zona se encuentran tres cortes tan nobles como precisos: el descargamento, el tarantelo y la ventresca. Juntos crean un equilibrio perfecto entre grasa, textura y sabor. Una armonía que rinde homenaje al animal más venerado del Atlántico. La técnica ancestral de la almadraba permite capturar estos ejemplares en su mejor momento. La pesca se realiza con respeto al mar y a su ciclo natural. Solo así se logra un producto fresco, de temporada y de calidad excepcional. Este carpaccio de atún no se improvisa: se elige, se afina y se respeta. Su sabor conecta el mar con la tierra, la tradición con la innovación, el presente con la memoria.

Técnica, precisión y respeto

El chuletón de atún que llega a la mesa en Lobito de Mar no es fruto del azar. Procede de piezas seleccionadas con extrema meticulosidad. Cada atún es capturado mediante la almadraba, un sistema sostenible y controlado que sigue vigente en las costas de Cádiz. Gracias a la labor de Gadira, el producto mantiene intactas sus propiedades y su pureza. De cada pieza se escoge lo mejor: el descargamento aporta firmeza, el tarantelo jugosidad y la ventresca una grasa noble, suave y untuosa. Esa combinación convierte este carpaccio en un bocado elegante y sabroso. En manos del equipo de Dani García, el atún alcanza una nueva dimensión. El corte se hace con precisión milimétrica, lámina a lámina, con técnica y respeto. El resultado es un plato ligero, limpio y con carácter. Una propuesta en la que el protagonismo lo tiene el producto, sin más adornos. Porque cuando se trabaja con atún de verdad, todo lo demás sobra. Cada detalle está pensado para destacar la esencia marina de este bocado.

Una joya marina en dos ciudades

Este carpaccio de atún se sirve tanto en Marbella como en Madrid. En Lobito de Mar, el entorno amplifica la experiencia: elegante, fresco y con alma marinera. No se trata solo de comer, sino de vivir el Mediterráneo desde el plato. Detrás de cada lámina hay una historia que empieza en el mar del sur. Pasa por las manos expertas de Gadira y termina en la cocina de Dani García. Una historia de respeto, calidad y compromiso con el sabor auténtico. En Madrid, este carpaccio de atún acerca el mar a la ciudad con toda su intensidad. En Marbella, se disfruta con el rumor de las olas de fondo. Ambas ciudades, ofrecen una experiencia de lo más marina: emoción, técnica y sabor verdadero. Este plato representa la conexión entre la tradición de la almadraba y la visión contemporánea de Dani García.

El atún rojo de almadraba es uno de los tesoros más valorados del mar y en los restaurantes del chef Dani García es un ingrediente esencial, apreciado no solo por su intenso sabor, sino también por las propiedades que lo hacen único. Una de esas propiedades es el colágeno, una proteína natural que juega un papel crucial en la textura y jugosidad de este pescado. Para garantizar la máxima calidad, Dani García confía en Gadira, que ofrece atún rojo capturado de forma sostenible mediante la técnica tradicional de la almadraba.

El poder del colágeno en el atún rojo

El colágeno es una proteína estructural que se encuentra en los tejidos conectivos de los animales, incluido el atún rojo de almadraba. Esta proteína no solo aporta beneficios nutricionales, sino que también es responsable de la textura jugosa y firme que tanto apreciamos en este pescado. Sin embargo, para disfrutar de su verdadera jugosidad, es esencial cocinar el atún correctamente. Si se cocina a fuego demasiado alto, el colágeno no tiene tiempo de fundirse, lo que puede hacer que el pescado quede seco y chicloso. Para evitarlo, lo ideal es cocinarlo a fuego lento, permitiendo que el colágeno se derrita y se mezcle con las fibras musculares, logrando así una textura suave y jugosa que se deshace en el paladar.

Cómo cocinar el atún para aprovechar al máximo su colágeno

Para sacar el máximo partido al colágeno del atún rojo, es fundamental respetar ciertas técnicas de cocción. Una opción es el tataki, una técnica japonesa que consiste en marcar el atún rápidamente a alta temperatura y luego enfriarlo, lo que sella los jugos en su interior mientras mantiene su textura suave. Otra forma es a la parrilla, pero siempre cuidando no sobrecocerlo para que no pierda su jugosidad natural. También se puede optar por guisos a fuego lento, donde el colágeno tiene tiempo de fundirse por completo, potenciando el sabor y la textura del plato. Gadira, se asegura de que cada pieza de atún mantenga intactas estas propiedades, garantizando una experiencia gastronómica inigualable.

Beneficios del colágeno del atún rojo más allá del sabor

Además de mejorar la textura, el colágeno del atún rojo también ofrece múltiples beneficios para la salud. Esta proteína es conocida por mejorar la elasticidad de la piel, fortalecer las articulaciones y promover la salud ósea. Por eso, cuando disfrutas de un plato de atún rojo en Lobito de Mar, no solo estás saboreando una delicia marina, sino que también estás aportando nutrientes esenciales a tu cuerpo. Y con Gadira, puedes estar seguro de que cada pieza es una experiencia saludable y sostenible.

Hay señales que marcan el inicio del buen tiempo. Días más largos. Cielos más azules. Ganas de mar, y ganas de espetos, porque en cuanto llegan los meses sin R en Lobito de Mar, sabemos que algo cambia. Que ya huele a verano, a brasas encendidas, a espetos asomando sobre la arena, a un limón partido, a sal.
Mayo es el mes que lo confirma. La “R” se ha ido. El calor se queda y los espetos, también.
Es el momento exacto en el que se alinean el hambre, la nostalgia y las ganas de buen tiempo.

Una mesa mirando al mar. Una cerveza helada. Un espeto que se deja esperar. Pero que cuando llega, lo hace con gloria. Sardinas crujientes por fuera, jugosas por dentro. El sabor que te transporta. Y ese ritual que, aunque parezca sencillo, no lo es. Porque hacer un espeto no es solo pinchar una sardina. Es fuego, tiempo, brisa. Y en mayo, todo eso se vive mejor en Lobito de Mar.

Espetos al sol

Aquí, el espeto es tradición, cada caña, cada vuelta, cada punto exacto de sal, cada carbón encendido, son momentos que saben a verano. Y así, mayo nos da la bienvenida a todo eso, a las risas que se alargan, a los domingos sin reloj. Todo sabe distinto cuando hay brasas.
Aquí hay espetos que cuentan historias que empiezan en un chiringuito, y que se quedan contigo para siempre.

Por eso, cuando escuches “espetos”, piensa en mayo. Piensa en sol. Piensa en Lobito de Mar.
Porque aquí los meses sin R se celebran. Se viven. Se saborean con las manos. Con el alma.
Es la temporada que nos recuerda que lo mejor está por venir. Que la felicidad puede servirse en caña.
Que un espeto recién hecho vale más que mil palabras. Y que mayo huele a humo, sal y promesa.
Promesa de verano. De días sin prisa. De sabor auténtico. De esas cosas que solo pasan en Lobito de Mar.

Así que ya lo sabes. Si es mayo, hay espetos, si hay espetos, hay brasas, si hay brasas, hay Lobito de Mar y, si estás en Lobito de Mar, es que han vuelto los meses sin R.