Se acabaron los atardeceres eternos, las siestas sin culpa y los brindis que empezaban a mediodía. En Septiembre volvemos a la rutina pero con sabor a mar, sí… y que nadie diga que eso es sinónimo de aburrimiento. En Lobito de Mar Madrid, la vuelta es mucho más llevadera: sabe a mar, huele a brasa y se acompaña con buena compañía.

Porque si hay algo mejor que unas vacaciones, es la sensación de seguir saboreándolas sin tener que pedir días libres.

El Mediterráneo sigue en tu mesa

No hace falta huir de Madrid para sentir que el verano no se ha ido del todo. Basta con dejarse caer por Lobito y dejar que la carta haga lo suyo. Esa ensaladilla rusa de anguila ahumada, cremosa y delicada, que despierta los sentidos como el primer café de la mañana. O las chirlas salteadas con manzanilla, que huelen a sur y a casa.

Aquí, la rutina se rompe con cada arroz. El de marisco y pescado es una de esas recetas que te obligan a hacer una pausa. A bajar el ritmo. A cerrar el portátil antes de tiempo. Porque hay cosas que solo se disfrutan si te tomas tu tiempo, como ese fondo que sabe a fuego lento y a mar en calma.

Comer bien es el mejor plan de vuelta

El regreso a la oficina, al tráfico y a los días más cortos puede pesar. Pero en Lobito de Mar, la solución está clara: platos con alma marina, un ambiente que invita a quedarse y un equipo que cocina como quien quiere hacerte el día más fácil.

Y sí, el carpaccio de chuletón de atún con huevos al ajillo sigue estando ahí. Listo para reconectar con ese placer sencillo de comer algo que te hace feliz. Como un ancla que te recuerda que, aunque vuelvas al ritmo de siempre, aún puedes regalarte momentos que sepan a escapada.

Septiembre también puede ser tu mejor mes

Porque no todo tiene que volver al orden. También puedes improvisar. Reservar un martes como si fuera sábado. Comer entre semana como si estuvieras aún en la costa. Dejar que el mar entre en tu plato y te devuelva las ganas.En Lobito de Mar Madrid, septiembre no es el fin del verano. Es una nueva oportunidad para empezar con sabor. Para volver, pero volver bien. Con mar en el plato, vino en la copa y la promesa de que la rutina puede esperar… al menos hasta que se acabe el postre.

El verano va llegando a su fin, pero en Lobito de Mar Madrid, el sabor sigue navegando con viento a favor. Porque hay fechas que no necesitan fuegos artificiales para ser especiales. Y el 7 de septiembre es una de ellas: Lobito de Mar cumple seis años llevando el Mediterráneo directo a la mesa, sin filtros ni artificios. Seis años donde el mar, el arroz y la buena vida han sido los ingredientes de una historia que sabe a celebración.

Una travesía que empezó con sabor a sal

Todo comenzó en 2019, cuando el espíritu de chiringuito fino y barra marina aterrizó en Madrid con una promesa clara: ofrecer lo mejor del mar en pleno corazón de la capital. Desde entonces, cada plato ha sido un recuerdo. Un verano que no se va. Un trocito de costa que se cuela entre las calles madrileñas y hace que, por un momento, el asfalto huela a salitre y la sobremesa se alargue como si estuviéramos en vacaciones.

El alma de Lobito no está solo en su cocina, sino en esa manera tan suya de hacer que el mar se sienta cerca. De lunes a domingo, cada servicio es una oportunidad para escaparse sin hacer la maleta. Y por eso, cuando cumple años, no hace falta una gran fiesta: basta con sentarse en su mesa para entender por qué tantos vuelven, una y otra vez, a por más.

El carpaccio que nos conquistó

Hay platos que no necesitan presentación. En Lobito de Mar, el carpaccio de chuletón de atún con huevos fritos al ajillo es uno de ellos. Desde el primer día, este plato ha sido un icono. Una declaración de intenciones. Porque aquí, la cocina no solo alimenta: provoca. Sorprende. Y, sobre todo, emociona.

Es ese tipo de bocado que te obliga a parar. Que te hace cerrar los ojos por un segundo para saborearlo del todo. Un carpaccio que resume lo que es Lobito: un lugar donde lo clásico se encuentra con lo inesperado, y donde cada receta es una pequeña aventura.

Una celebración que se vive en cada mesa

Aunque no haya velas ni brindis oficiales, el aniversario de Lobito de Mar Madrid se celebra en cada servicio, en cada arroz bien hecho, en cada copa que acompaña una comida entre amigos. Porque cumplir años no es solo mirar atrás, sino seguir cocinando el presente con las mismas ganas del primer día.

Seis años después, la esencia sigue intacta. El producto sigue siendo el protagonista. El ambiente, relajado pero con clase. Y el equipo, con esa chispa que hace que cada visita se sienta como volver a un lugar conocido, donde siempre hay algo nuevo por descubrir.Porque sí: seis años saboreando el mar en Lobito de Mar no es solo un aniversario. Es una invitación a seguir celebrando los pequeños placeres, los momentos compartidos y las sobremesas sin reloj.

Hay sabores que no entienden de estaciones. Que se te quedan pegados al paladar como la sal a la piel tras un baño en el mar. Y aunque el calendario marque septiembre, en Lobito de Mar Madrid, el verano no acaba. Se queda servido en cada plato, en cada arroz, en cada copa que se alza como si la sobremesa fuera eterna.

Porque hay formas de alargar las vacaciones sin salir de la ciudad. Y la más sabrosa empieza al sentarse a la mesa, pedir sin prisas y dejar que el Mediterráneo haga lo suyo.

El mar en la capital, sin billete de ida

Madrid tiene su propio refugio costero. Y no, no hace falta GPS para llegar. Lobito de Mar lo ha hecho posible desde 2019: traer el sur, el salitre y la brisa en formato bocado. Aquí, cada servicio es una escapada breve, pero intensa. No hay playa, pero sí ceviche. No hay sombrilla, pero sí copas largas, risas lentas y platos que huelen a chiringuito elegante.

Porque un verano que no se va empieza en la barra y termina en el arroz seco de marisco con ese fondo que lo dice todo sin palabras. O en el carpaccio de atún con huevos fritos al ajillo, ese plato que ya es tradición, deseo y costumbre. Uno de esos que despierta el apetito… y algún recuerdo.

Sabor a vacaciones, aunque sea lunes

No hace falta estar de viaje para sentirse lejos del ruido. En Lobito, el mood cambia al primer bocado. Quizá sea la ensaladilla de anguila ahumada que desarma hasta el alma más seria. O las chirlas salteadas con manzanilla que te hacen cerrar los ojos, solo por el placer de saborearlas en silencio.

Los almuerzos de entre semana se visten de arroz al sarmiento, de lubina con piel crujiente o de burger de atún con canónigos que entra como una caricia. Y el postre… bueno, la tarta de queso fresco no necesita defensa. Solo ganas.

Porque sí, el verano que no se va en Lobito de Mar es también ese en el que el tiempo no apremia. Donde nadie mira el reloj. Y donde, por un rato, uno se olvida de la rutina y vuelve a ese momento de playa, de sobremesa sin fin, de copa al sol.

Que septiembre te pille con hambre

Mientras algunos guardan la sombrilla, aquí seguimos sirviendo vacaciones a la carta. Porque el mar no se va, ni el buen sabor tampoco. Y en Lobito, septiembre es solo una excusa para seguir celebrando lo que nos gusta: comer rico, compartir sin prisa y brindar por los días largos… aunque ya anochezca un poco antes.

Así que si este mes se te hace cuesta arriba, ya sabes dónde refugiarte. En Lobito de Mar Madrid, el verano no se va: se come.

Hay cosas que saben a verano. Y luego está el arroz de Lobito de Mar. Si te preguntas dónde comer arroz en Marbella o en Madrid, este es el sitio. Aquí, el Mediterráneo se cuela en cada grano. En cada cazuela. En cada cucharada. Un arroz que habla del mar, del fuego y de esa cocina que se saborea en buena compañía, entre risas, bajo el sol o con copa en mano.

Porque hay arroces y arroces. Pero en Lobito de Mar, los hay que se quedan en la memoria. De esos que quieres volver a comer incluso antes de terminar el plato. Ya sea en Marbella, este es el templo para los que buscan algo más que arroz. Aquí empieza el viaje.

Arroces secos: sabor a brasas y verano

Hay algo muy especial en un arroz seco bien hecho. Ese momento en que el fondo se convierte en costra crujiente. Ese aroma que se mete por la nariz y no se olvida. En Lobito de Mar, los secos son una declaración de intenciones.

El de T-Bone de atún de Almadraba es puro atrevimiento. Un arroz que mezcla mar y brasas. Que juega con la potencia del atún y lo convierte en algo único. Luego está el clásico: el de pescado y marisco, un mar en miniatura. Con todo lo que nos gusta: sabor, textura y ese fondo que te hace cerrar los ojos.

Perfecto para comer arroz en Marbella después de una mañana de playa. O para sentarte en una terraza en Madrid y olvidarte del mundo.

Arroces al sarmiento: fuego, humo y personalidad

Hay arroces que no se olvidan. Y luego están los arroces al sarmiento de Lobito. Son arroces que se cocinan al humo de la vid. Que se impregnan de un aroma inconfundible. Que son intensos. Diferentes. Con alma.

El de pollo Coquelet es una versión refinada de lo tradicional. El de costilla ibérica y setas es un viaje a la montaña, con toque rústico. El de anguila ahumada, lardo y nori crujiente es pura fantasía: un arroz que podría ser japonés, pero que sabe a Andalucía. Y el más carnívoro de todos, el de chuleta de vaca, es rotundo, jugoso y perfecto para compartir.

En Madrid, en una comida con amigos. O en Marbella, después de un baño de sol. Comer arroz en Madrid o en la costa nunca había sido tan emocionante.

Arroces melosos: cucharadas de placer

Los arroces melosos son como un abrazo. Cremosos, profundos, elegantes. Cucharada a cucharada, te llevan a otro lugar. Y si tienen marisco, aún mejor.

El de langostinos de Sanlúcar con trompetas de la muerte combina lo mejor del sur y el bosque. Es pura armonía. El de gamba alistada de Huelva lleva las mismas setas negras, pero con más intensidad marina. Y el favorito de muchos: el de bogavante, un clásico con mayúsculas. Goloso, potente, inolvidable.

Perfectos para los que buscan algo más que arroz. Para quienes entienden el verano como una sucesión de platos compartidos. Para quienes saben que la vida se celebra a fuego lento.

Comer arroz en Marbella y Madrid, todo el año

No importa si es agosto o noviembre. Porque en Lobito de Mar, el arroz no entiende de estaciones. Sabe a mar en Marbella. Sabe a recuerdo en Madrid. Y, sobre todo, sabe a Dani García. A su forma de entender la cocina. A ese equilibrio entre lo tradicional y lo sorprendente.

Comer arroz en Marbella o Madrid es un plan que huele a brasas, que se sirve en cazuela y que empieza con una copa y acaba con una sonrisa.

¿Dónde vas a comer arroz este verano? En Lobito de Mar, claro.

Hay palabras que, juntas, son una garantía de felicidad mediterránea: Lobito de mar, Madrid, arroz. Y ahora, con el nuevo menú “A toda vela”, la promesa se cumple plato a plato. Una propuesta pensada para quienes disfrutan del mar en la mesa de lunes a viernes en horario de almuerzo, sin complicaciones pero con mucho sabor. En Lobito de Mar Madrid, A toda vela, sorprende con una selección de entrantes, principales y postre que combinan tradición, originalidad y mucho producto.

Un arranque por todo lo alto

Todo comienza con una ensaladilla rusa de anguila ahumada. Sí, ensaladilla. Pero no cualquiera. Cremosa, sabrosa, y con ese punto ahumado que lo cambia todo. No da tiempo ni a mirar a los lados: desaparece del plato antes de que alguien pueda pedir repetir. Le siguen unas croquetas mixtas, pequeñas bombas de sabor donde lo clásico y lo marino se dan la mano. Luego llegan las chirlas salteadas con vino manzanilla, ese tipo de plato que pide pan y silencio, con un olor que lo dice todo antes del primer bocado. Y para redondear la jugada, una baby burger de atún con canónigos. Pequeña, jugosa y con ese equilibrio que solo se consigue cuando alguien ha hecho muchas pruebas hasta dar con la combinación perfecta.

El momento decisivo

Aquí toca elegir. Y no es fácil. Hay cuatro principales que compiten por el protagonismo. Para los amantes del pescado, un lomo de lubina a la brasa que entra solo, con ese punto justo de cocción y la piel crujiente que suena al cortarla. Otra opción: carpaccio de chuletón de atún con huevos fritos al ajillo. Un plato sorprendente, con juego de texturas, aroma a ajo y ese punto rebelde que alegra cualquier día. Y por supuesto, lo que no puede faltar en una ecuación que incluya Lobito de mar, Madrid, arroz: el arroz seco de marisco y pescado. Con sabor intenso, grano suelto, y ese fondo que te hace cerrar los ojos al probarlo. Un cuarto principal que entra en escena: arroz al sarmiento de pollo coquelet. Con ese sabor ahumado que solo se consigue con brasas de verdad, y un pollo que se deshace, tierno y sabroso. La elección no es fácil, pero el resultado siempre es redondo.

Un final que sabe a gloria

Y como todo buen menú, el final está a la altura del resto. Una tarta de queso fresco que pone el broche perfecto sin empalagar. Ligera, cremosa y con ese punto lácteo que recuerda a la tarta de toda la vida, pero con el toque justo para querer volver solo por ella.

En Lobito de Mar Madrid, “A toda vela” es, en esencia, un menú pensado para disfrutar del mar en cada plato. Para quienes saben que las mejores comidas no necesitan mucha explicación, solo buenos productos, un entorno agradable y las manos de un equipo que entiende de cocina con alma. Si hay algo claro, es que con propuestas como esta, Lobito de mar, Madrid, arroz no es solo una frase bonita: es una invitación irresistible.

El carpaccio de chuletón de atún es una declaración de intenciones. En Lobito de Mar Marbella y Madrid, se convierte en una experiencia imprescindible. Lo que lo hace único es su origen: una pieza del lomo blanco del atún, concretamente entre las costillas 2, 3, 4 y 5. En esa zona se encuentran tres cortes tan nobles como precisos: el descargamento, el tarantelo y la ventresca. Juntos crean un equilibrio perfecto entre grasa, textura y sabor. Una armonía que rinde homenaje al animal más venerado del Atlántico. La técnica ancestral de la almadraba permite capturar estos ejemplares en su mejor momento. La pesca se realiza con respeto al mar y a su ciclo natural. Solo así se logra un producto fresco, de temporada y de calidad excepcional. Este carpaccio de atún no se improvisa: se elige, se afina y se respeta. Su sabor conecta el mar con la tierra, la tradición con la innovación, el presente con la memoria.

Técnica, precisión y respeto

El chuletón de atún que llega a la mesa en Lobito de Mar no es fruto del azar. Procede de piezas seleccionadas con extrema meticulosidad. Cada atún es capturado mediante la almadraba, un sistema sostenible y controlado que sigue vigente en las costas de Cádiz. Gracias a la labor de Gadira, el producto mantiene intactas sus propiedades y su pureza. De cada pieza se escoge lo mejor: el descargamento aporta firmeza, el tarantelo jugosidad y la ventresca una grasa noble, suave y untuosa. Esa combinación convierte este carpaccio en un bocado elegante y sabroso. En manos del equipo de Dani García, el atún alcanza una nueva dimensión. El corte se hace con precisión milimétrica, lámina a lámina, con técnica y respeto. El resultado es un plato ligero, limpio y con carácter. Una propuesta en la que el protagonismo lo tiene el producto, sin más adornos. Porque cuando se trabaja con atún de verdad, todo lo demás sobra. Cada detalle está pensado para destacar la esencia marina de este bocado.

Una joya marina en dos ciudades

Este carpaccio de atún se sirve tanto en Marbella como en Madrid. En Lobito de Mar, el entorno amplifica la experiencia: elegante, fresco y con alma marinera. No se trata solo de comer, sino de vivir el Mediterráneo desde el plato. Detrás de cada lámina hay una historia que empieza en el mar del sur. Pasa por las manos expertas de Gadira y termina en la cocina de Dani García. Una historia de respeto, calidad y compromiso con el sabor auténtico. En Madrid, este carpaccio de atún acerca el mar a la ciudad con toda su intensidad. En Marbella, se disfruta con el rumor de las olas de fondo. Ambas ciudades, ofrecen una experiencia de lo más marina: emoción, técnica y sabor verdadero. Este plato representa la conexión entre la tradición de la almadraba y la visión contemporánea de Dani García.

Hay señales que marcan el inicio del buen tiempo. Días más largos. Cielos más azules. Ganas de mar, y ganas de espetos, porque en cuanto llegan los meses sin R en Lobito de Mar, sabemos que algo cambia. Que ya huele a verano, a brasas encendidas, a espetos asomando sobre la arena, a un limón partido, a sal.
Mayo es el mes que lo confirma. La “R” se ha ido. El calor se queda y los espetos, también.
Es el momento exacto en el que se alinean el hambre, la nostalgia y las ganas de buen tiempo.

Una mesa mirando al mar. Una cerveza helada. Un espeto que se deja esperar. Pero que cuando llega, lo hace con gloria. Sardinas crujientes por fuera, jugosas por dentro. El sabor que te transporta. Y ese ritual que, aunque parezca sencillo, no lo es. Porque hacer un espeto no es solo pinchar una sardina. Es fuego, tiempo, brisa. Y en mayo, todo eso se vive mejor en Lobito de Mar.

Espetos al sol

Aquí, el espeto es tradición, cada caña, cada vuelta, cada punto exacto de sal, cada carbón encendido, son momentos que saben a verano. Y así, mayo nos da la bienvenida a todo eso, a las risas que se alargan, a los domingos sin reloj. Todo sabe distinto cuando hay brasas.
Aquí hay espetos que cuentan historias que empiezan en un chiringuito, y que se quedan contigo para siempre.

Por eso, cuando escuches “espetos”, piensa en mayo. Piensa en sol. Piensa en Lobito de Mar.
Porque aquí los meses sin R se celebran. Se viven. Se saborean con las manos. Con el alma.
Es la temporada que nos recuerda que lo mejor está por venir. Que la felicidad puede servirse en caña.
Que un espeto recién hecho vale más que mil palabras. Y que mayo huele a humo, sal y promesa.
Promesa de verano. De días sin prisa. De sabor auténtico. De esas cosas que solo pasan en Lobito de Mar.

Así que ya lo sabes. Si es mayo, hay espetos, si hay espetos, hay brasas, si hay brasas, hay Lobito de Mar y, si estás en Lobito de Mar, es que han vuelto los meses sin R.

Con la llegada de la primavera, el mar vuelve a latir con fuerza en la cocina.Y eso solo puede significar una cosa: comienza la temporada de atún en Lobito de Mar. Una época que marca el calendario gastronómico con tinta roja, como el lomo del atún más preciado: el atún rojo de Almadraba.
Desde el 23 de abril hasta el 1 de junio, Lobito de Mar Madrid y Marbella se convierten en templos del sabor marino.El chef Dani García ha diseñado una carta exclusiva centrada en el atún, con recetas que rinden homenaje a este producto extraordinario.

La carta incluye elaboraciones inéditas como ceviche de lomo blanco o chirashi sushi de lomo negro.
También destacan propuestas como la ventresca en escabeche de pimentón o el contramormo guisado con alma gaditana. El atún es el protagonista absoluto y cada plato demuestra su versatilidad y su potencia gastronómica.

Ronqueos

Además, Grupo Dani García ha preparado dos ronqueos de atún rojo salvaje de Almadraba en colaboración con Gadira. Gadira es una empresa referente por su apuesta por una pesca sostenible y selectiva, respetuosa con el entorno. El primer ronqueo será el 9 de mayo en Tragabuches Marbella, en una jornada que une mar, tierra y tradición.
Ese día, también se hará una demostración del despiece del cerdo ibérico de Cinco Jotas, otra joya de la gastronomía nacional. Los asistentes podrán disfrutar de una cena maridada con los mejores cortes de atún y cerdo, finalizando con una Cruzcampo bien fría.

El segundo ronqueo se celebrará el 13 de mayo en Dani Brasserie, en la terraza del Four Seasons Hotel Madrid.Con vistas al skyline madrileño, este evento permitirá ver en directo la técnica ancestral del ronqueo.Una práctica precisa y casi hipnótica que honra la nobleza del atún rojo de Almadraba.
Un espectáculo gastronómico que no deja indiferente a quien lo presencia y que eleva el producto a una categoría casi artística.

El arte del atún

Pero si hay algo que no puedes perderte esta primavera, es la temporada de atún en Lobito de Mar.
Una propuesta única para disfrutar del atún como nunca antes, con el sello creativo de Dani García.
Cada receta ha sido pensada para emocionar al comensal, para transportarlo al Atlántico más puro.
Desde un bocado crudo y fresco hasta uno cocinado a fuego lento, el atún se expresa en todos sus registros.

Esta nueva edición de “El Arte del Atún” es una celebración de la costa andaluza, de sus sabores y de sus raíces. Y lo hace desde dos ciudades diferentes, pero con un mismo objetivo: rendir homenaje al atún y su historia. En cada plato hay mar, hay oficio y hay respeto por un producto que lo merece todo. Una temporada que solo dura unas semanas, pero que deja huella en quienes la viven.

Hay momentos en los que Marbella se vuelve pura magia. Cuando el incienso se respira en el aire, la ciudad late al ritmo de los tambores y la costa se llena de luz, sabemos que ha llegado la Semana Santa. Semana Santa, planes y el arte de comer bien se funden aquí con la naturalidad de una tarde al sol. Este año, la tradición y la gastronomía se dan la mano en nuestros espacios, donde cada rincón invita a saborear la esencia de Málaga.

En Marbella, la Semana Santa es cultura, es gastronomía, es paisaje. Es ese plan perfecto que empieza con un café al sol, sigue con un arroz frente al mar, se cruza con una procesión en calle Ancha y termina con un cóctel en buena compañía. Por eso, este año, los mejores planes para Semana Santa están aquí. Sin necesidad de salir de la ciudad, sin renunciar al sabor, con toda la emoción que Málaga guarda para estos días tan especiales.

Comer en Marbella

Desde la tradición más pura hasta la innovación en la mesa, nuestras marcas están listas para acompañarte. Porque cada procesión tiene su pausa, y cada emoción, su bocado. En Marbella, los recuerdos también se comen.

En Tragabuches Marbella, la Semana Santa se vive con nostalgia y cuchara. En pleno corazón de la ciudad, cuando los pasos recorren las calles y el murmullo se convierte en emoción, nuestro restaurante se convierte en refugio. Comer en Marbella aquí, cobra otro sentido: es rendir homenaje a la cocina de siempre, la que huele a casa. “Andalucía en la mesa”, recoge el alma de cada guiso y la convierte en ritual. Ideal para los que buscan hacer una parada entre procesiones, sin renunciar al sabor de lo auténtico.

Opciones para no aburrirse

Y si decides escapar del bullicio y te dejas llevar por la brisa del Atlántico, BiBo Tarifa te espera con el alma del sur más libre. Su cocina desenfadada, viajera y llena de color es un guiño a los que entienden la Semana Santa como una celebración en movimiento. Aquí los planes se mezclan con cócteles que saben a verano adelantado. Si buscas planes diferentes en Semana Santa, nada como poner rumbo a Tarifa y descubrir la versión más nómada y divertida de BiBo.

Leña, por su parte, se enciende con la fuerza del fuego y del ambiente. Cuando cae la noche y Marbella se viste de mantilla, Leña se convierte en punto de encuentro. Aquí el carbón y la brasa cuentan su propia pasión. Perfecto para quienes, tras un día de emoción y tradición, quieren saborear la intensidad de una carne al punto justo, acompañada de buen vino y conversación. Porque Semana Santa y planes en Marbella no son solo procesiones: también son cenas que se recuerdan.

Para quienes se escapan a la playa y quieren un plan con vistas, Lobito de Mar lo pone fácil. Cerca del mar, sin necesidad de alejarse del centro, el tapeo se convierte en arte. Desde unos boquerones al limón hasta el famoso arroz con carabineros, comer en Málaga aquí, significa rendirse al producto y al sabor. Ideal para quienes viven la Semana Santa sin prisas, entre paso y paso, con el sonido del mar de fondo.

La gastronomía es un viaje que sigue el ritmo de la naturaleza. Cada estación trae consigo ingredientes que alcanzan su punto óptimo de sabor y textura. La anguila, un producto de temporada, es una joya gastronómica que conquista los paladares más exigentes. En Lobito de Mar, Dani García la transforma en una experiencia culinaria inigualable.

Un producto de temporada imprescindible

La anguila es un pescado de carne firme y grasa infiltrada que, ofrece un sabor profundo y una textura sedosa. Su consumo se ha popularizado en la alta cocina, y su temporalidad la convierte en una elección exclusiva para quienes buscan lo mejor en cada época del año.

En Lobito de Mar, Dani García ha sabido aprovechar su versatilidad en recetas innovadoras. Su versión ahumada eleva este producto de temporada a otro nivel. Es una opción sofisticada y llena de matices que encaja a la perfección con la cocina marinera del chef.

La ensaladilla rusa con anguila ahumada

Uno de los platos que mejor representan a Lobito de Mar es la ensaladilla rusa con anguila ahumada. Una receta que fusiona lo tradicional con lo inesperado, realzando el sabor de este producto de temporada.

La ensaladilla rusa es un clásico de la gastronomía española. Su cremosidad y su equilibrio de sabores la hacen irresistible. En la versión de Dani García, la anguila ahumada aporta un toque de sofisticación. Su sabor ahumado se funde con la suavidad de la ensaladilla, creando una combinación perfecta.

Lobito de Mar: la tradición marinera reinventada

Lobito de Mar es el reflejo del amor de Dani García por la cocina del mar. Un restaurante donde los productos frescos son los protagonistas. Cada plato es un homenaje a la tradición marinera, reinterpretada con una visión contemporánea.