El pasado 3 de octubre, Tragabuches Marbella sopló sus tres primeras velas rodeado de amigos, sabores y emociones. La ocasión merecía una celebración especial, y así fue: una velada inolvidable que combinó música en directo, un menú exclusivo diseñado por Dani García y dos propuestas de maridaje pensadas para elevar cada bocado.

Tres años de cocina andaluza en clave contemporánea

Desde que abrió sus puertas en 2022, Tragabuches Marbella se ha consolidado como uno de los proyectos más auténticos del Grupo Dani García. Un restaurante que mira al sur y a su despensa con respeto y creatividad, y que en estos tres años ha sabido convertirse en un lugar de encuentro para quienes buscan disfrutar de la cocina andaluza con una visión contemporánea.

Su filosofía kilómetro cero, su bodega de referencia y una oferta que abarca desde desayunos hasta cenas de autor lo han convertido en un espacio vivo, cercano y versátil que late al ritmo del sur.

Un menú homenaje a la tierra

La noche comenzó a las 20:00h con un welcome cocktail en el que no faltaron el vermut de bienvenida y unas gildas artesanas que marcaron el tono del encuentro.

A continuación, los asistentes pudieron disfrutar de un menú de 9 pases (120 € por persona) que recorrió algunos de los sabores más reconocibles de la cocina de Dani García, reinterpretados desde el espíritu más puro de Tragabuches: un homenaje a la tierra y a los productos que definen su identidad.

Maridajes pensados para realzar cada sabor

Para acompañar la experiencia, se ofrecieron dos propuestas de maridaje (30 € y 45 €), diseñadas para resaltar la diversidad de sabores del menú y reforzar la armonía entre cada plato.

Música, calidez y alma andaluza

La velada contó también con música en directo, que puso la banda sonora perfecta a una noche que respiraba calidez, alegría y ese ambiente festivo tan característico del restaurante.

Brindis por el futuro

Con esta celebración, Tragabuches Marbella no solo conmemoró su tercer aniversario, sino que también reafirmó aquello que siempre lo ha definido: raíces andaluzas, respeto por el producto y una visión abierta al futuro.

Una noche para brindar por todo lo vivido hasta ahora… y por todo lo que aún está por venir.


Hay sabores que marcan un recuerdo, y hay lugares donde esos recuerdos se repiten con cada visita. Así es el nuevo menú en BiBo Madrid. Con la llegada del otoño, el restaurante más cosmopolita de Dani García vuelve a sorprendernos con una propuesta renovada. BiBo Madrid renueva su carta sin perder su esencia, y lo hace volviendo a sus orígenes: cocina con alma andaluza, visión global y un espíritu viajero que invita a disfrutar sin etiquetas.

Un viaje al origen con mirada actual

Desde su apertura, BiBo ha sido un punto de encuentro entre tradición e innovación. Este otoño, el restaurante reafirma esa filosofía con una carta que evoluciona sin romper con lo que lo hace especial. BiBo Madrid renueva su carta sin perder su esencia, manteniendo los platos icónicos que han conquistado a sus comensales y sumando nuevas creaciones que refrescan la experiencia.

La propuesta llega con un objetivo claro: reconectar con el espíritu original del restaurante. Platos sabrosos, pensados para compartir, con técnica precisa y una cocina que viaja del sur al mundo sin moverse de Madrid.

Platos que conquistan desde el primer bocado

Entre las novedades, hay propuestas que resumen a la perfección esa fusión entre raíces andaluzas y mirada internacional. El aguachile de quisquillas con zanahoria y mango verde abre el camino de los entrantes fríos con frescura y matices vibrantes. Junto a él, el sashimi de lomo de atún aporta elegancia y técnica en cada lámina.

Los entrantes calientes llegan con el mismo espíritu viajero. Las alitas de pollo crujientes con puré de ajo confitado y jugo de ave son pura comodidad en forma de bocado. La seta maitake frita con alioli de limón y miso rojo sorprende por su equilibrio entre lo crujiente y lo cremoso, mientras que el wonton de cerdo y verduras con salsa de chile y jengibre rinde homenaje a la cocina asiática desde el inconfundible sello BiBo.

Aventura principal: tradición, técnica y sabor

El viaje continúa con los principales, donde la técnica se une al placer más inmediato. El magret de pato asado con col braseada y jugo especiado es un guiño al recetario clásico con el sello contemporáneo de Dani García. El T-Bone de atún a la parrilla con lechuga larga, AOVE y limón demuestra que el mar también tiene su espacio en la parrilla. Y la pasta con mantequilla y caviar se convierte en la muestra definitiva de que la sofisticación puede ser sencilla si está bien ejecutada.

La carta mantiene también los grandes éxitos de siempre en su sección “BiBo Hits”. El brioche de rabo de toro, la ensaladilla rusa con seis huevos de codorniz o el tartar de atún toro con soja, sésamo, yuzu y yema curada siguen ocupando su lugar en el corazón de quienes visitan BiBo.

Un espacio para vivir y compartir

Más allá de la cocina, BiBo Madrid es una experiencia completa. Su interiorismo icónico, coronado por el famoso globo aerostático, y su ambiente cosmopolita crean un espacio que se adapta a cada momento. Ya sea para un almuerzo entre amigos, una cena especial o una velada improvisada, cada visita se convierte en un pequeño viaje gastronómico sin salir de la ciudad.

BiBo Madrid renueva su carta sin perder su esencia y con ello reafirma su lugar como una de las brasseries más representativas del Grupo Dani García. Una cocina sin fronteras, con alma andaluza y carácter internacional, que sigue escribiendo su historia con cada plato.

Un final que deja ganas de volver

En un mundo que cambia constantemente, hay lugares que evolucionan sin olvidar quiénes son. BiBo Madrid es uno de ellos. Con esta nueva carta, el restaurante vuelve a recordarnos que la gastronomía es, ante todo, un viaje que se comparte.

Y así, plato a plato, bocado a bocado, BiBo Madrid renueva su carta sin perder su esencia, invitándonos a regresar una y otra vez a ese rincón donde el sur y el mundo se encuentran en la misma mesa.

Despedida con sabor a verano

El sol se despide lentamente sobre Valdevaqueros y te das cuenta de que otro verano en BiBo Tarifa llega a su fin. Entre risas, copas y los últimos hits de Dani García que suenan de fondo, todos nos quedamos con la sensación de que algo mágico se esconde entre arena, olas y buena comida. Porque en BiBo Tarifa cada momento se siente especial: desde la primera caña hasta la última puesta de sol, todo tiene ese toque que hace que el verano parezca eterno… aunque solo sea en recuerdos. Nos vemos en 2026 en BiBo Tarifa.

El planazo que deja huella

Y es que, en BiBo Tarifa, despedirse no significa simplemente cerrar puertas, sino inmortalizar experiencias. Imagínate sentado a los pies de Valdevaqueros, mientras la música del DJ se mezcla con el sonido del mar. Entre amigos o en pareja, siempre hay algo que celebrar: un brioche de rabo de toro que se deshace en la boca, el icónico brioche cojonudo que te hace sonreír con cada bocado, un gazpacho de cerezas fresco que revive los sentidos y las croquetas, pequeñas bombas de felicidad que desaparecen antes de que puedas pedir más.

Cada plato es un hit, cada risa un recuerdo. La esencia de BiBo Tarifa está en esos detalles que convierten una tarde cualquiera en un planazo digno de recordar. La terraza, la música en vivo y el ambiente playero se combinan para crear un verano que se queda contigo incluso después de cerrar temporada.

Hasta pronto, verano

Y aunque hoy decimos adiós, no es un adiós definitivo. Nos vemos en 2026 en BiBo Tarifa, cuando la temporada vuelva a abrir sus puertas en abril y las playas de Valdevaqueros se llenen de nuevo de planes, sabores y risas interminables. Hasta entonces, nos quedamos con los recuerdos de puestas de sol que parecen pintadas a mano, de platos que todavía provocan antojos y de la promesa de que el próximo verano será aún más sabroso.

Así que guarda en la memoria ese brioche de rabo de toro, esa caña al atardecer y esa sensación de planazo perfecto. Porque cuando llegue abril de 2026, BiBo Tarifa estará lista para recibirnos de nuevo y recordarnos por qué cada verano aquí se siente como un lujo que no querrás perderte.

Cuando septiembre se despide y Barcelona se viste de fiesta, hay un plan que no puedes dejar pasar: Leña y La Dramerie endulzan La Mercè con una colaboración que convierte cada bocado en una celebración. Imagina pasear por la ciudad, el aroma de la fiesta en el aire, y de repente darte cuenta de que hay un rincón donde los postres son protagonistas absolutos. Ese rincón es Leña Barcelona, y esta vez, junto a La Dramerie, han creado cuatro pequeñas joyas dulces que prometen hacer que tu visita a La Mercè sea inolvidable.

Una experiencia de sabores únicos

Desde el primer momento que entras en Leña, se percibe la energía del sur y la pasión por la buena mesa. Pero en esta ocasión, el escenario se vuelve todavía más especial. Sofía y Víctor, rostros conocidos de MasterChef, han puesto su sello en cada postre, llevando la creatividad y el cariño por la repostería a otro nivel.

Entre las estrellas de esta colaboración está el brazo de gitano de tarta al whisky, una delicia que combina textura y sabor de forma adictiva. No muy lejos, el buñuelo de anís Machaquito relleno de crema catalana ofrece esa mezcla perfecta entre tradición y sorpresa que hace que quieras repetir una y otra vez. Para los amantes de los clásicos reinventados, el polvorón ibérico de bellota es un pequeño lujo crujiente que habla de sabor y memoria. Y por último, el guirlache de piñones, un toque caramelizado que remata la experiencia con un estallido de dulzura.

Cada bocado se convierte en una historia que se comparte, se saborea y se recuerda. Es el tipo de plan que hace que quieras contar a todos que estuviste allí, disfrutando de la combinación perfecta entre fiesta, sabores nuevos y un lugar que respira pasión gastronómica.

Un planazo para disfrutar La Mercè

La Mercè es sinónimo de alegría, de calles llenas de música y de momentos que se sienten especiales. ¿Y qué mejor que acompañar esos instantes con una escapada dulce en Leña Barcelona? Leña y La Dramerie endulzan La Mercè no solo con postres, sino con una experiencia completa: la emoción de probar sabores nuevos, la sensación de estar en un lugar donde cada detalle cuenta y la diversión de descubrir que la gastronomía también puede ser un plan.

Y como toda buena historia de fiestas y sabores, hay que ser rápido: estos postres estarán disponibles por tiempo limitado, solo en Leña Barcelona, así que cada visita se convierte en un pequeño tesoro. Es el plan perfecto para disfrutar con amigos, con pareja o incluso en solitario, dejándote llevar por la dulzura y la creatividad que esta colaboración propone.

Un cierre dulce para La Mercè

Al final del día, cuando las luces de la ciudad comienzan a brillar y los ecos de los conciertos se mezclan con risas y charlas, pensarás en ese instante en Leña Barcelona: un lugar donde la celebración se transforma en sabor, donde la creatividad de La Dramerie y el talento de Sofía y Víctor convierten un postre en una experiencia que vale la pena vivir.

No se trata solo de comer, sino de sentir la dulzura de La Mercè en cada bocado, de dejarse llevar por la pasión y la diversión que solo un plan bien pensado puede ofrecer. Y mientras saboreas el último trozo de brazo de gitano o crujiente guirlache de piñones, te darás cuenta de que, a veces, los momentos más dulces son los que se comparten y se disfrutan hasta el final.

Leña y La Dramerie endulzan La Mercè: una excusa perfecta para saborear, sonreír y volver a repetir.

En la esquina de la Avenida del Port, donde antes latían los antiguos Cines Aragón, hoy se abre un universo que no entiende de etiquetas ni de normas fijas. Se llama Alegal, y aunque se presenta como restaurante, lo cierto es que es mucho más: un espacio donde la cocina, el diseño, la música y la narrativa se entrelazan como piezas de una misma partitura.

Gastronomía con alma mediterránea

La carta de Alegal respira dinamismo. Su propuesta se mueve al ritmo de las estaciones, con platos que cambian cada cuatro meses y un compromiso firme con los productores locales. La brasa es el corazón que marca el compás, y a su alrededor desfilan recetas que viajan entre lo sofisticado y lo popular: desde un steak tartar con foie o la icónica cereza de foie con parmesano y Oporto, hasta un brioche “cojonudo” o la Burger Bull que ya hizo historia en la alta cocina.

No faltan, claro, los arroces que honran la tradición valenciana —de chuleta madurada, de coquelet, de pescado y carabineros— ni postres que rozan lo teatral, como el emblemático Tipsy Cake. Todo ello acompañado por más de cien referencias de vino y una carta de cócteles que no solo marida, sino que acompaña cada momento del día como un hilo conductor invisible.

Un escenario que habla

Alegal no se entiende sin su espacio. Los antiguos Cines Aragón se han transformado en un escenario que, más que un restaurante, funciona como un gran teatro. Mármol, madera, latón y tejidos nobles envuelven al visitante en un ambiente inspirado en el Art Decó, en la elegancia de los años 20 y en el cine de culto: ecos de El Gran GatsbyScarface o Al Capone sobrevuelan cada rincón.

El interiorismo, firmado por el estudio Pablo Peyra, no busca imponerse, sino sugerir. Cada sala, cada contraste de luz, cada cambio de ambiente está pensado para que la experiencia evolucione con el paso de las horas, del día a la noche. Lo que sucede dentro, lo saben solo quienes cruzan sus puertas.

Mucho más que comer

Porque en Alegal la mesa no es un punto final, sino un punto de partida. Las sobremesas se alargan, las conversaciones se cruzan con la música, y los fines de semana el ambiente se transforma en una experiencia de ocio que va más allá de lo gastronómico. Un lugar que habla el idioma de Valencia, pero con vocación internacional.

Quizá por eso su lema no deja lugar a dudas: Not another f***** restaurant*. Y es cierto. Alegal no grita, susurra. No vende platos, construye un universo. Uno al que se entra con el apetito, y del que se sale con la sensación de haber vivido algo inesperado.

Se acabaron los atardeceres eternos, las siestas sin culpa y los brindis que empezaban a mediodía. En Septiembre volvemos a la rutina pero con sabor a mar, sí… y que nadie diga que eso es sinónimo de aburrimiento. En Lobito de Mar Madrid, la vuelta es mucho más llevadera: sabe a mar, huele a brasa y se acompaña con buena compañía.

Porque si hay algo mejor que unas vacaciones, es la sensación de seguir saboreándolas sin tener que pedir días libres.

El Mediterráneo sigue en tu mesa

No hace falta huir de Madrid para sentir que el verano no se ha ido del todo. Basta con dejarse caer por Lobito y dejar que la carta haga lo suyo. Esa ensaladilla rusa de anguila ahumada, cremosa y delicada, que despierta los sentidos como el primer café de la mañana. O las chirlas salteadas con manzanilla, que huelen a sur y a casa.

Aquí, la rutina se rompe con cada arroz. El de marisco y pescado es una de esas recetas que te obligan a hacer una pausa. A bajar el ritmo. A cerrar el portátil antes de tiempo. Porque hay cosas que solo se disfrutan si te tomas tu tiempo, como ese fondo que sabe a fuego lento y a mar en calma.

Comer bien es el mejor plan de vuelta

El regreso a la oficina, al tráfico y a los días más cortos puede pesar. Pero en Lobito de Mar, la solución está clara: platos con alma marina, un ambiente que invita a quedarse y un equipo que cocina como quien quiere hacerte el día más fácil.

Y sí, el carpaccio de chuletón de atún con huevos al ajillo sigue estando ahí. Listo para reconectar con ese placer sencillo de comer algo que te hace feliz. Como un ancla que te recuerda que, aunque vuelvas al ritmo de siempre, aún puedes regalarte momentos que sepan a escapada.

Septiembre también puede ser tu mejor mes

Porque no todo tiene que volver al orden. También puedes improvisar. Reservar un martes como si fuera sábado. Comer entre semana como si estuvieras aún en la costa. Dejar que el mar entre en tu plato y te devuelva las ganas.En Lobito de Mar Madrid, septiembre no es el fin del verano. Es una nueva oportunidad para empezar con sabor. Para volver, pero volver bien. Con mar en el plato, vino en la copa y la promesa de que la rutina puede esperar… al menos hasta que se acabe el postre.

El verano va llegando a su fin, pero en Lobito de Mar Madrid, el sabor sigue navegando con viento a favor. Porque hay fechas que no necesitan fuegos artificiales para ser especiales. Y el 7 de septiembre es una de ellas: Lobito de Mar cumple seis años llevando el Mediterráneo directo a la mesa, sin filtros ni artificios. Seis años donde el mar, el arroz y la buena vida han sido los ingredientes de una historia que sabe a celebración.

Una travesía que empezó con sabor a sal

Todo comenzó en 2019, cuando el espíritu de chiringuito fino y barra marina aterrizó en Madrid con una promesa clara: ofrecer lo mejor del mar en pleno corazón de la capital. Desde entonces, cada plato ha sido un recuerdo. Un verano que no se va. Un trocito de costa que se cuela entre las calles madrileñas y hace que, por un momento, el asfalto huela a salitre y la sobremesa se alargue como si estuviéramos en vacaciones.

El alma de Lobito no está solo en su cocina, sino en esa manera tan suya de hacer que el mar se sienta cerca. De lunes a domingo, cada servicio es una oportunidad para escaparse sin hacer la maleta. Y por eso, cuando cumple años, no hace falta una gran fiesta: basta con sentarse en su mesa para entender por qué tantos vuelven, una y otra vez, a por más.

El carpaccio que nos conquistó

Hay platos que no necesitan presentación. En Lobito de Mar, el carpaccio de chuletón de atún con huevos fritos al ajillo es uno de ellos. Desde el primer día, este plato ha sido un icono. Una declaración de intenciones. Porque aquí, la cocina no solo alimenta: provoca. Sorprende. Y, sobre todo, emociona.

Es ese tipo de bocado que te obliga a parar. Que te hace cerrar los ojos por un segundo para saborearlo del todo. Un carpaccio que resume lo que es Lobito: un lugar donde lo clásico se encuentra con lo inesperado, y donde cada receta es una pequeña aventura.

Una celebración que se vive en cada mesa

Aunque no haya velas ni brindis oficiales, el aniversario de Lobito de Mar Madrid se celebra en cada servicio, en cada arroz bien hecho, en cada copa que acompaña una comida entre amigos. Porque cumplir años no es solo mirar atrás, sino seguir cocinando el presente con las mismas ganas del primer día.

Seis años después, la esencia sigue intacta. El producto sigue siendo el protagonista. El ambiente, relajado pero con clase. Y el equipo, con esa chispa que hace que cada visita se sienta como volver a un lugar conocido, donde siempre hay algo nuevo por descubrir.Porque sí: seis años saboreando el mar en Lobito de Mar no es solo un aniversario. Es una invitación a seguir celebrando los pequeños placeres, los momentos compartidos y las sobremesas sin reloj.

Madrid nunca se acaba. Tiene algo que atrapa, que empuja a caminar un poco más, a alargar la sobremesa, a decir “sí” a una copa aunque ya sea tarde. Y en medio de todo ese ritmo vibrante, hay rincones donde el tiempo se detiene. Donde se come bien, se ríe mejor y el recuerdo se queda para siempre. Este es un plan irresistible en Madrid con el sello de Dani García, en solo un día, pero con ganas de repetir.

Café y arte en el Barrio de Salamanca

Empieza tu día como lo hacen los madrileños: con un café con leche en una terraza al sol y un croissant crujiente. Luego, piérdete entre las calles de Serrano, Ortega y Gasset o Jorge Juan. Boutiques, librerías, galerías… el lujo y la autenticidad caminan de la mano en esta zona que parece hecha para pasear lento.

Un museo (o dos) para abrir el apetito

Madrid no se entiende sin sus museos. El Prado si quieres ir a lo clásico, el Thyssen si eres de descubrir cosas nuevas, o el Reina Sofía si te va lo moderno. Si prefieres algo menos convencional, date una vuelta por alguna expo temporal o incluso por el interior de algún palacio escondido en el centro.

Comida con acento viajero en BiBo Madrid

A esta hora, el cuerpo pide algo sabroso. Y BiBo Madrid tiene la fórmula perfecta: cocina con alma andaluza y espíritu viajero. Aquí puedes empezar con un brioche de rabo de toro que es puro placer, seguir con un ceviche con guacamole al momento o dejarte sorprender con un dim sum de rabo con toque jerezano.

El ambiente mezcla sofisticación con desenfado. Música suave, servicio impecable y esa sensación de estar en el sitio justo. Porque sí: el verano más sabroso se vive en BiBo, incluso en el corazón de Madrid.

Paseo por el Retiro (y siesta, si puedes)

Después de un festín así, toca bajar revoluciones. El Retiro es el lugar ideal: un clásico que nunca cansa. Alquila una barca o simplemente camina sin mapa. Madrid, con su plan irresistible, también se disfruta en silencio.

Cena a las brasas en Leña Madrid

Y para cerrar el día, toca fuego. Literal. Leña Madrid es la celebración de la brasa, la técnica y el sabor profundo. Aquí, la carne madurada se convierte en obra de arte. El tuétano asado emociona. Las verduras a la llama se ganan un puesto protagonista. Todo está cuidado, desde el punto de cocción hasta la vajilla. El fuego es el secreto en Leña, pero también lo es la atmósfera: moderna, elegante, vibrante. Perfecta para una cita, una reunión especial o simplemente para darte un homenaje sin excusas.

Arte líquido

Tras la cena, deja que la noche comience en El Coleccionista. Entre luces cálidas y buena música, cada cóctel se convierte en el protagonista de la velada, perfecto para cerrar el día o empezar la noche con estilo.

Hay sabores que no entienden de estaciones. Que se te quedan pegados al paladar como la sal a la piel tras un baño en el mar. Y aunque el calendario marque septiembre, en Lobito de Mar Madrid, el verano no acaba. Se queda servido en cada plato, en cada arroz, en cada copa que se alza como si la sobremesa fuera eterna.

Porque hay formas de alargar las vacaciones sin salir de la ciudad. Y la más sabrosa empieza al sentarse a la mesa, pedir sin prisas y dejar que el Mediterráneo haga lo suyo.

El mar en la capital, sin billete de ida

Madrid tiene su propio refugio costero. Y no, no hace falta GPS para llegar. Lobito de Mar lo ha hecho posible desde 2019: traer el sur, el salitre y la brisa en formato bocado. Aquí, cada servicio es una escapada breve, pero intensa. No hay playa, pero sí ceviche. No hay sombrilla, pero sí copas largas, risas lentas y platos que huelen a chiringuito elegante.

Porque un verano que no se va empieza en la barra y termina en el arroz seco de marisco con ese fondo que lo dice todo sin palabras. O en el carpaccio de atún con huevos fritos al ajillo, ese plato que ya es tradición, deseo y costumbre. Uno de esos que despierta el apetito… y algún recuerdo.

Sabor a vacaciones, aunque sea lunes

No hace falta estar de viaje para sentirse lejos del ruido. En Lobito, el mood cambia al primer bocado. Quizá sea la ensaladilla de anguila ahumada que desarma hasta el alma más seria. O las chirlas salteadas con manzanilla que te hacen cerrar los ojos, solo por el placer de saborearlas en silencio.

Los almuerzos de entre semana se visten de arroz al sarmiento, de lubina con piel crujiente o de burger de atún con canónigos que entra como una caricia. Y el postre… bueno, la tarta de queso fresco no necesita defensa. Solo ganas.

Porque sí, el verano que no se va en Lobito de Mar es también ese en el que el tiempo no apremia. Donde nadie mira el reloj. Y donde, por un rato, uno se olvida de la rutina y vuelve a ese momento de playa, de sobremesa sin fin, de copa al sol.

Que septiembre te pille con hambre

Mientras algunos guardan la sombrilla, aquí seguimos sirviendo vacaciones a la carta. Porque el mar no se va, ni el buen sabor tampoco. Y en Lobito, septiembre es solo una excusa para seguir celebrando lo que nos gusta: comer rico, compartir sin prisa y brindar por los días largos… aunque ya anochezca un poco antes.

Así que si este mes se te hace cuesta arriba, ya sabes dónde refugiarte. En Lobito de Mar Madrid, el verano no se va: se come.

No hace falta cruzar una puerta con llave para volver a casa. A veces, basta un aroma, un sabor, una mesa que te acoge sin preguntas. En Tragabuches, cada plato tiene algo de refugio, de raíz, de abrazo. No hay artificios. Solo producto, alma andaluza y cocina que emociona. Porque sí, comer en Tragabuches es volver a casa, aunque sea la primera vez que entras.

Raíces que se sirven en el plato

La historia de Tragabuches no se entiende sin hablar del origen. De aquel primer restaurante que marcó el inicio del universo Dani García, y de esta nueva versión que, más que un regreso, es una declaración de principios. Aquí se cocina con verdad. Con ingredientes que hablan andaluz, con tiempos que respetan la naturaleza del producto y con una intención clara: reconectar. Desde el pan hasta el último bocado del postre, comer en Tragabuches es volver a casa porque todo sabe a esencial.

Producto, sabor y emoción

Hay platos que no necesitan explicación. Que llegan a la mesa con un lenguaje universal: el del sabor que emociona. En Tragabuches, el producto de temporada lo es todo. Verduras que aún conservan el brillo de la tierra, pescados frescos, carnes nobles… cada uno tratado con mimo, con respeto, con intención. No se viene aquí a probar la técnica, se viene a sentir. Y en cada plato, hay algo que te recuerda a ti.

La mesa como lugar de encuentro

Comer en Tragabuches no es solo una experiencia gastronómica. Es una sensación. La de estar en un lugar donde todo tiene sentido. Donde no hace falta hablar alto, ni vestir de gala. Donde te sientas, respiras hondo y piensas: “aquí, sí”. Por eso, comer en Tragabuches es volver a casa. Porque es el tipo de sitio al que no solo se va, se vuelve. Una y otra vez.